Testimonios de mujeres prostituidas señalan las exigencias brutales de los puteros, demandas que no son más que guiones de los miles de vídeos porno que visionan, excitados, abducidos por el placer que inunda su cerebro. Esto refuerza esas conductas violentas que, luego, van a necesitar replicar en sus relaciones sexuales. Cuando no les piden un suplemento por grabar la relación, para más tarde exhibirla ante sus colegas, como medalla, con valoraciones y recomendaciones machistas.