Hace unos meses, un grupo numeroso de periodistas firmó un manifiesto en defensa del Gobierno. No un texto tibio ni una reflexión matizada, sino un documento rotundo que asumía sin complejos el marco discursivo del propio Ejecutivo. Se hablaba de “fango”, de “ultraderecha mediática y judicial”, de campañas coordinadas para derribar a un Gobierno legítimo. Se señalaba a jueces, a medios y a periodistas críticos como piezas de una maquinaria golpista. Se venía a decir, sin decirlo del todo, que investigar al poder era una forma de atacar la democ