Recientemente he obtenido la confesión de varios hombres que dicen «mirar a otra parte» cuando se cruzan con una mujer en la acera. Dicha confesión se produjo tras exponerles yo mi inquietud sobre un hecho que vengo observando: cuando cruza la calle una mujer, chica, señora que llama la atención por su belleza, o por su peculiaridad física, en su totalidad, o en alguna de sus partes (me fijo, por mi trabajo, y porque soy humano y curioso) noto que los hombres circundantes eluden el vistazo, forzadamente.