Hace no mucho, en la pausa de un congreso de filosofía política, un asistente se me acercó entusiasmado: “Está todo muy bien montado, intervenciones de altísimo nivel… ¡y hasta hay ponentes de derechas!”. Lo decía con la emoción de quien se cruza con un lince ibérico. Porque es así: en la Universidad, los conservadores son una rara avis. Las facultades de Ciencias Sociales y Humanidades, especialmente, son espacios (casi) facha free.