La National Association for Stock Car Auto Racing, o NASCAR, siempre ha sido un anacronismo, empezando por su propio origen. Cuenta la leyenda, a buen seguro embellecida durante años, que el deporte empezó en los años veinte, en las carreras informales entre contrabandistas (y la policía) durante la ley seca. Cuando la venta de alcohol fue de nuevo legalizada, muchos conductores siguieron compitiendo entre ellos con sus coches modificados tanto para evadir impuestos transportando moonshine, como entre ellos, en carreras más o menos organizadas.