Su pasión por la Geología nació por casualidad. Resulta que, tras convertirse en un anatomista famoso en toda Europa, Steno acabó llegando en 1665 a Florencia, donde entró a formar parte de la mayor institución científica de la época.,,Mientras estudiaba los restos de un tiburón, se dio cuenta de la semejanza entre las extrañas piedras y los dientes del escualo, dejando por escrito su convencimiento de que las glossopetrae eran antiguos dientes de tiburón petrificados.
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