Estos días hemos podido comprobar, a pelo y sin anestesia, que no hay nada de esos supuestos liberales inaugurados por Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid; hemos constatado que solo hay un negocio muy lucrativo para determinados grupos -viejos conocidos de la corrupción (i)liberal del PP- cuya gestión rota, además, en torno a puertas giratorias, redes clientelares y contraprestaciones para los políticos que les garantizan el negocio. Es un clásico de la corrupción estructural bien incrustada en España desde el franquismo