Mientras la Vespa construía su imagen de cine, la Mobylette hacía el trabajo duro. Era ligera, barata, indestructible. Una bici motorizada que cualquiera podía arrancar y que, en pocas semanas, empezó a inundar las calles francesas. El primer modelo, la AV3, no tenía embrague y apenas pasaba de 30 km/h, pero funcionaba siempre, incluso cuando no debía. Ese fue el truco: sencillez absoluta.
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Pelo largo , camiseta de Iron Maiden, barba y la moto rosa.