El humor es un material sensible. La línea que separa la gracia del más absoluto desastre es finísima, casi imperceptible. Depende de innumerables factores tanto del emisor como del destinatario. En este caso, sin embargo, no admite discusión. El 'regreso' de Francisco Franco a las calles de Valencia no despierta ni una leve sonrisa. La parodia, orquestada por el líder de España 2000, José Luis Roberto, se ha saldado, además, con una multa al hombre que simulaba ser el dictador.
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