El relato oficial se ha enamorado de la palabra electrificación como quien se enamora de un eslogan. Calefacción eléctrica, coche eléctrico, hidrógeno "verde", industria descarbonizada, centros de datos, digitalización a gran escala. Todo suena moderno, ecológico, resiliente, sostenible y virtuoso. Pero toda esa retórica descansa sobre algo más prosaico y serio: cobre, transformadores, subestaciones, líneas. Red eléctrica. Infraestructura. Y la infraestructura no se construye con relatos, sino con inversión sostenida y con un marco regulatorio