La hipernormalización es una forma de consenso forzado, una suerte de teatro de lo cotidiano donde nadie cree verdaderamente en lo que dice, pero todos se comportan como si creyeran. No porque haya una conspiración, sino porque las estructuras sociales, mentales y afectivas están diseñadas para no permitir otra cosa, por pura inercia. Se trata de un autoengaño sistémico que surge cuando la ruptura del orden es tan profunda que ninguna institución puede nombrarla sin desintegrarse. Se impone el tabú.