Lo cierto es que no es muy verosímil pensar que un grupo de turistas, por pequeño que sea, haya podido atravesar una zona sumida en la guerra, pasando posiciones de ejércitos y superando controles estrictos sin problemas, con el único objetivo de participar en un “safari humano”. Es cierto que el capitalismo salvaje tiene la capacidad de generar cualquier exceso y que no se puede descartar de forma muy, muy aislada, que algo así haya ocurrido. Con todo, la tesis de un macabro Jurassic Park para turistas es racionalmente insostenible.