Las palabras están vacías. Sólo el pueblo salva al pueblo. ¿Qué pueblo?, ¿quiénes son el pueblo?, ¿salvar?, ¿de qué?, ¿de lo extraño?, ¿del enemigo exterior?, ¿quién lo decide? El verbo salvar tiene un componente místico que evita todas esas preguntas. Es algo tan malo que va a acabar con nosotros. El nacimiento de una nación se abría con una cita del presidente Wilson que podría firmar Trump: «Los hombres blancos fueron provocados por un mero instinto de supervivencia». Es imposible no ver al Klan en las patrullas que buscan migrantes.