Los fenicios ya lo sabían en el siglo XIII antes de Cristo: quien controla los puertos, controla el comercio. Y quien controla el comercio, manda. Desde entonces, los puertos han sido motores de civilización, generadores de riqueza y, en ocasiones, fuente de conflictos. Un recorrido desde la antigüedad hasta proyectos de hoy como el de Açu, en Brasil, o la reconversión de Málaga, pasando por la tragedia de Beirut, que demostró lo peligroso que puede ser desconectar un puerto de su ciudad.