Al principio, años atrás, era una cosa que solo sucedía en el cole. Así que por las tardes, en el parque, era habitual escuchar a los niños y niñas contar qué travesuras había hecho el elfo aquella mañana en la clase, mientras ellos jugaban en el recreo. ¡Ha puesto las sillas del revés! ¡Ha puesto todas las mochilas encima de las mesas! ¡Ha cambiado de sitio los libros del fondo! Ay, qué divertido.
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No sé si sentir pena o no porque todo el mundo lo vea. Pero ahí va mi meneo a ver si esto llega a portada y alguien explica su deficiencia mental.
te visualizo de dos formas: sin hijos o con hijos con gafas y pajarita que te tratan de usted.
Los libros no son juguetes y está señora parece que no tiene personalidad ni creatividad para entretener a sus hijos.