A 3100 metros de altura, el viento sopla pausado, pero con fuerza. Sin embargo, el paisaje de la quebrada no acusa recibo: los enormes cardones y los pequeños arbustos permanecen inmóviles. Lo mismo ocurre con las piedras dispuestas prolijamente sobre el terreno, que constituyen los restos de unas 300 viviendas pertenecientes a la cultura tastil, cuya desaparición ha sido un misterio de la arqueología local. Entre los siglos X y XV, en lo que es hoy el sitio arqueológico de Santa Rosa de Tastil, ubicado sólo 100 kilómetros al oeste de la ciuda