En un futuro muy cercano, una gran empresa había redefinido el concepto de seguridad y productividad. Para entrar, los empleados debían superar un sistema de acceso tan absurdo como riguroso: la puerta preguntaba el color del día, establecido por el jefe. Lunes amarillo, martes rosa, miércoles verde, jueves rosa intenso, viernes azul, sábado rojo y domingo verde, organizados en una semana en forma de L invertida. Cualquier fallo no era solo un error: era una oportunidad para recibir la tarjeta premium, premio reservado para aquellos que desafiaban conscientemente las normas y demostraban ingenio estratégico.
Cada empleado tenía un manual de bienvenida, un documento que explicaba sus TOCs y los colores oficiales, dejando entrever que la obediencia era obligatoria, pero que el desafío consciente se premiaba. La IA de la empresa, un sistema monótono y siniestro, repetía incansable:
“Flexiones completadas. Quijote memorizado. Genoma recitado. Color correcto. hmmm… te entiendo.”
Las pruebas físicas y mentales eran absurdas: flexiones frente a cámaras, recitar el genoma humano en verso, responder preguntas de sinestesia sobre colores y olores de meses, improvisar bailes de TikTok y tirar dados que dieran números primos. Todo esto supervisado por drones y porteros robóticos, mientras un jefe despistado caminaba confiado por la oficina, creyendo que todo se realizaba manualmente y perfectamente.
Los empleados, sin embargo, eran más listos que el sistema. Construyeron una app colaborativa que automatizaba las flexiones, memorizaba el Quijote y el genoma, y coordinaba sabotajes sutiles del inhibidor de frecuencias de la furgoneta de entrada. Mientras desayunaban y charlaban, la IA reportaba cumplimiento impecable, y el jefe aplaudía sin sospechar. Los veteranos se sentían héroes del absurdo, disfrutando de cada mini-victoria tecnológica mientras los novatos aprendían a fingir obediencia y a reconocer la delgada línea entre desafío consciente y fallo tonto.
Incluso la terapia obligatoria se había vuelto absurda: un Amstrad CPC con sintetizador de voz preguntaba lo que atormentaba a cada empleado, luego cómo se sentían, y repetía infinitamente:
10 CLSMientras, un señor de la terapia presencial daba la mano y decía: “Ánimo”, sin que nadie supiera si el verdadero consuelo provenía del CPC, del humano, o del ingenio de los empleados para sobrevivir al sistema.
Y así, día tras día, los empleados de esta empresa inhumana automatizaban todo lo posible, convertían la obediencia en un juego, y encontraban humor en cada absurdo procedimiento, sin que el jefe ni la IA sospecharan nada.
P.S.: ¿Te has preguntado, lector, qué hacía esta empresa? Porque nos hemos centrado en sus sistemas absurdos de seguridad y sus rituales imposibles, pero no sabemos realmente su propósito… solo que trabajaban con ordenadores.
By CoolCase
Doy gracias a la silenciosa y perfecta maquinaria de mis células, que en este instante orquesta millones de reacciones químicas para mantener mi homeostasis y regalarme salud sin que yo tenga que esforzarme por ello.
Valoro la inmensa fortuna estadística de mi nacimiento, reconociendo que soy el resultado final de una cadena evolutiva ininterrumpida de ancestros que lograron sobrevivir y reproducirse a lo largo de millones de años.
Reconozco mi conexión material con el planeta, agradeciendo la energía que tomo prestada del sol y los átomos que intercambio con la atmósfera, entendiendo que no soy un ser aislado, sino parte de un ciclo físico mayor.
Ante la neutralidad objetiva del cosmos, celebro mi capacidad humana para usar la razón y construir mi propio propósito, asumiendo la plena responsabilidad de dotar de sentido ético a mis acciones de hoy.
Me asombro ante el raro fenómeno emergente de mi propia mente, que desafía la tendencia al desorden del universo para otorgarme el privilegio único no solo de existir, sino de saber que existo.
Integro con profunda gratitud todas estas fuerzas, reconociendo que soy la afortunada convergencia de la materia, la historia evolutiva y la consciencia, y abrazo el privilegio absoluto de ser, aquí y ahora, el universo celebrando su propia existencia.
Amén.
Personajes.
Cada autor se expresa con un lenguaje, osea, con un sistema simbólico. El arte de la escritura no es exactamente copia ni imitación (plagio, aléjate de mí) sino una invención que expresa de manera sensible (estética) el universo particular de cada autor, utilizando como vehículos básicos la trama y los personajes.
Los personajes deben pasar por la trama como una suerte de pruebas negativas, positivas, neutras porque estos sólo existen, sólo cobran vida en la trama.
Imaginad la ficha de un personaje de rol. (Tengo a mano “La llamada de Cthulhu”, así que tiro de su ficha).
Fuerza. Destreza. Inteligencia. Constitución. Apariencia. Pôder. Suerte... etc., etc. Imaginad que ya hemos terminado su ficha completa. Sin la aventura que vivirá el personaje (acompañado de otros) no es nada. Absolutamente nada.
Pues a la hora de escribir pasa algo parecido, primero se tiene una idea más o menos nebulosa de la idea, luego se afina la trama general y después se crean los personajes. Con permiso de Pirandello sería algo como “una trama en busca de personajes”. Pero incluso a veces (bastantes veces) los personajes pueden y deben modificar partes de la trama, de la historia.
Conflicto.
En dramaturgia el conflicto tiene dos cualidades esenciales: correspondencia y motivación y ambas deben fluir con naturalidad en la historia para sentirnos atraídos por lo que se nos cuenta. Muy básicamente y sin entrar en “terminología gafapastiana”, los vínculos de relación entre lector y autor sobre este tema serían:
1.- Por simpatía o solidaridad.
2.- Por empatía o identificación.
3.- Por antipatía o reacción.
El problema del personaje ha de surgir del lector que entrará en complicidad con la historia, con el personaje. Cuando un personaje se encuentra en un conflicto extremo, colgado de una rama en un precipicio, por ejemplo, el lector debe experimentar su angustia si es que así lo pide la historia. Digo esto porque en una comedia la misma situación podría desembocar en risas. Un único ejemplo puesto así depende mucho del tipo de historia, del autor, de... mil factores, pero para los efectos de este taller de desguace vale lo de sentir angustia por el futuro del personaje.
Para establecer la correspondencia es necesario que el conflicto tenga su razón de ser, no puede surgir de la nada (hola, deus ex machina). De este modo la razón o motivación crearán esa complicidad con el lector, o deberían crearla, claro. Y como siempre en esta difícil pirueta que es transmitir al lector, debe existir un punto de identificación, o sea el punto de unión entre autor y lector. El lector llora, se ríe, odia, se emociona, se asusta, etc...
Lo que suelo hacer (“cada maestrillo, su librillo”), y seguro que @Feindesland tiene otros “trucos”, es construir un personaje arquetipo. Imaginad Indiana Jones, más arquetípico no puede ser, y le añado o le quito un par de cosas al personaje. Por ejemplo, es torpe físicamente, feo de narices y vive con su madre. Es sólo un ejemplo, pero para que se entienda. Estos cambios hay que hacerlos siempre pensando en la trama general de la historia, claro. No es lo mismo si es un personaje principal que uno secundario, claro.
Normalmente, en líneas muy generales, hay que intentar responder estas preguntas sobre nuestros personajes.
1.- ¿Cómo es el personaje equis? Físicamente además de conocer su personalidad.
2.- ¿Cómo piensa y cómo habla?
3.- ¿Dónde vive, con quién y en qué circunstancias?
4.- ¿Dónde trabaja o qué hace para vivir?
5.- ¿Familiares o amigos?
6.- ¿Tiene alguna peculiaridad?
Por ejemplo, si seguimos con ese Indiana Jones que es torpe físicamente, feo y vive con su madre. Es apocado a nivel de personalidad, tímido. Habla con cierto tartamudeo pero muy sutil, no es algo muy evidente. Vive con su madre a la que cuida, ya que padece de alguna enfermedad mental. Este Indiana está divorciado y sin hijos. Es profesor de Historia Antigua en la Universidad. Familiares. Sólo su madre y una hermana que vive en Helsinki. Varios amigos de la Universidad con los que se lleva bastante bien. Peculiaridad. A veces tiene enredos físicos como Mr. Bean.
Así creado, sin una trama previa es un ente sin vida. Depende lo que queramos contar se puede reforzar en su descripción la comedia, el drama, el terror, lo que sea. No es lo mismo crear una trama tipo “En busca del arcón perdido en casa”. (Comedia.) “En busca del amor perdido.” (Drama). “El arcón tenebroso.” (Terror.) Y un largo etcétera.
Hablando de Pirandello: “Toda criatura del mundo de la fantasía o del arte necesita, para existir, tener su drama, en el que pueda ser un personaje (...) Este drama es la raison d’etre del personaje, la funcion vital necesaria para su existencia.“ (“Seis personajes en busca de autor”.)
Quienes no son capaces de volverse importantes a base de ser útiles a los demás, tienden a desarrollar una capacidad defensiva de sentirse importantes hundiendo a los demás y siendo un estorbo para los demás.
Desde este punto de vista, los negativos, los reportes y los strikes, es decir, el hacer que silencien a otros cuando no eres capaz de tener mas razón que ellos, son el juguetito de unos cuantos para sentirse importantes hundiendo a los demás, callando a los demás y siendo un estorbo para los demás.
Los negativos, los reportes y los strikes son matar Menéame, es decir, sustituir el proceso decisorio que debería ser comunitario, democrático, de mayorías, por la decisión de unos pocos que tienen desarrollado un sentido de importancia propia basado en hundir a los demás, en callar a los demás y en ser un estorbo para los demás.
Por cierto, alguien se preguntará: "pero es que es inevitable que el poder que da el botón de poner strikes se corrompa y caiga en manos incompetentes, manos de las que quieren sentirse importantes hundiendo, callando y siendo un estorbo para los demás porque no son capaces de volverse importantes siendo útiles a los demás. ¿Cómo podemos combatir esta innegable e incluso altamente probable posibilidad de corrupción?".
Y yo os responderé que precisamente aquí viene vuestro error de concepto: los controladores o gobernantes no son inventados como cura contra la corrupción del proceso decisorio democrático, es al contrario, el proceso decisorio democrático es inventado como cura contra la corrupción de los controladores o gobernantes. La idea del proceso decisorio democrático es que los criterios subjetivos de una sola persona no queden impuestos a miles de personas, sino que los criterios que afecten a la totalidad de la población reciban un respaldo mayoritario, lo cual objetiviza dichos criterios.
Me ponen un strike por votar "irrelevante" a alguien que hace envíos, o mejor dicho, ruido, así:
La prenda más desconcertante de la historia de la moda: la bragueta
Palindrotiras, un cómic espectacular lo mires por dónde lo mires
La verdadera historia detrás de los impresionantes ataúdes de "Frankenstein"
Alguien que se ha ganado el honor de que yo dedique un mínimo de mi tiempo a ponerle algunos "irrelevantes" a base de perseguirme previamente con negativos, de ser un estorbo para mí, y de ordenar ese strike contra mí.
Si la portada estuviera decidida por este solo usuario, no es que Menéame ya estuviera hundido, es que ni siquiera habría despegado.
Lo que consiguen con esto los listillos que controlan este sitio es que yo ya no use el voto irrelevante incluso aunque fuera necesario su uso.
Recordad: las reglas de uso son para los que no tienen la vip-pass.
menéame