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WeLion logra una densidad energética de 824 Wh/kg en laboratorio para una batería de estado sólido

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WeLion, cuyas baterías de estado semisólido son ya utilizado por Nio ha logrado un importante hito en sus investigaciones. Según su director ejecutivo, Yu Huigen, la empresa ha demostrado una densidad energética récord de 824 vatios-hora por kilogramo (Wh/kg) en pruebas de laboratorio. "Esperamos superar la barrera de los 1.000 Wh/kg a largo plazo", añadió Yu. "Inicialmente, estas baterías se desplegarán en aplicaciones poco sensibles al precio en las que la seguridad es primordial", explicó Yu. También reconoció que los factores de coste...
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En tu cara: la estética brutal de MAGA [Ing]

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¿La proximidad al poder depende de un aspecto físico concreto? Es posible que los habitantes de Dakota del Sur estuvieran familiarizados con la política antiinmigrante de Noem. Pero, ¿reconocieron a su antigua gobernadora? Noem es una de las varias figuras —unos pocos hombres, pero sobre todo mujeres— del entorno del presidente Donald Trump que han experimentado llamativas transformaciones físicas a medida que se desintegran por completo las fronteras que antes delimitaban la fama y el poder político. El aspecto resultante ha provocado desde…
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Ranking de coeficiente intelectual por paises enero 2025

El cociente intelectual promedio por país parece ser generalmente más alto en Asia oriental. Está cerca del promedio mundial en Europa, Asia occidental, Oceanía, Norteamérica y el norte de África. Mientras tanto, tiende a estar por debajo del promedio en África central y meridional, así como en América Latina. Sorprende el lugar de España.
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España pone 400 millones para comprar un trozo de cielo

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El Ministerio de Ciencia e Innovación quiere en La Palma el Telescopio de Treinta Metros (TMT). El departamento de Diana Morant envió ya una oferta formal al consorcio internacional a cargo de su construcción. España pone 400 millones de euros.
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Sánchez se queda solo en la UE en la defensa de regularizar la especulación inmobiliaria y poner fin en 2035 al coche de combustión

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Pedro Sánchez es el principal líder socialdemócrata en la Unión Europea más derechizada de la historia. Solo quedan cuatro gobiernos liderados por socialistas; cinco comisarios progresistas, y la derecha suma mayoría con los ultras por primera vez en el Parlamento Europeo, sin tener que contar con el apoyo del grupo europarlamentario progresista. En este contexto, el presidente del Gobierno se encuentra casi siempre nadando a contracorriente y muchas veces solo en materia de migración, militarismo, derechos sociales o ecologismo.
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La Comunidad de Madrid externaliza las ecografías del hospital La Paz por la “alta demanda” y adjudica el servicio a una clínica donde es consejero un exministro del PP

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La Comunidad de Madrid sigue externalizando servicios sanitarios de sus principales centros públicos. Si hace unas semanas decidió privatizar la unidad del dolor del Hospital Infanta Leonor, este lunes formalizó un nuevo contrato para externalizar las ecografías que se realizan en el Hospital La Paz, el más importante de la región. El contrato se lo ha llevado la clínica VIVO PIO XII, filial del Grupo VIVO. En él es consejero el ex ministro del PP Rafael Catalá. Su hijo es diputado autonómico con Isabel Díaz Ayuso, la presidenta madrileña.
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Entre violencia estilizada, sonrisas perversas y Beethoven a todo volumen. Por qué 'La naranja mecánica' es la película más incómoda de Stanley Kubrick

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Estrenada en 1971, 'La naranja mecánica' es una de esas películas que nunca se terminan de digerir. Cada regreso a la obra de Stanley Kubrick implica una sacudida distinta, ya sea por su violencia, por su perverso sentido del humor, por su radicalidad o por su capacidad para seguir incomodando medio siglo después.
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Al Rojo Vivo (2016),  Eduardo Inda: "El informe dice que Iglesias ha cobrado entre 600.000 y 700.000 euros anuales"

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A razón de un artículo de OK Diario, que señala que la Policía aprecia indicios de blanqueo y financiación ilegal de 'Podemos', su director, Eduardo Inda, asegura que "la UDEF lleva alrededor de un año" investigando, tras "más de una decena de denuncias", para elaborar el informe.
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El ómnibus alimentario permite plaguicidas tóxicos ilimitados y pone en riesgo a la población

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La Comisión Europea ha presentado la propuesta “Ómnibus de alimentos y piensos”, que desmantela algunas de las salvaguardas fundamentales frente a los pesticidas, a la hora de evitar la contaminación de tierras, alimentos y acuíferos. Ante la presión de fuertes intereses corporativos, la Comisión concede a la mayoría de los pesticidas una aprobación indefinida, eliminando la obligación de reevaluar de forma periódica el peligro que suponen las sustancias activas, proceso que ha permitido la prohibición de 162 sustancias nocivas desde 2011.
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Sobre navegar en el Internet actual

Traducido de la nota al final en: www.scaruffi.com/music/unique.html

Tras tantos años de críticas por el formato de solo texto de mi sitio web, empecé a recibir correos electrónicos de agradecimiento por su sencillez. Al parecer, ya no soy el único que odia los sitios web con gráficos y vídeos. Rara vez visito un sitio web para disfrutar de su estética. Suelo ir a leer algo. Creo que la mayoría de la gente que visita mi sitio web comparte la misma actitud. Una imagen o un vídeo grande que se inicia automáticamente es una molestia, por no hablar de las ventanas emergentes que te piden suscribirte o registrarte. Antes, la molestia era solo la publicidad, pero ahora los diseñadores web creen que es legítimo e incluso genial (¿?) usar la misma tecnología molesta y distractora de imágenes gigantes, vídeos de reproducción automática y ventanas emergentes para mejorar (¿?) el contenido de su sitio web. Y ahora los sitios web también utilizan estas cookies que intentan robar información desesperadamente de tu ordenador (tengo una aplicación que limpia automáticamente las cookies de mi navegador y es increíble la cantidad que se instalan, incluso de todo tipo de sitios web). En resumen: visito muy, muy, muy pocas páginas web, desde luego mucho menos que hace 20 años. No visito ninguna página web sobre música: todas están llenas de gráficos y vídeos que las hacen lentas y, en mi humilde opinión, ilegibles. Y olvídense de las páginas web de artistas: requieren el ordenador más potente (o muchísima paciencia) incluso para la visita más sencilla. Prefiero leer revistas de arte impresas (que no me piden actualizar a la última versión del navegador, sistema operativo y procesador). Irónicamente, la web es un lugar mucho más pequeño para mí hoy que en el año 2000. Irónicamente, volví a suscribirme a revistas impresas porque me disgustan sus páginas web lentísimas, que me recuerdan a la era del internet por teléfono. Mientras escribo esto, intento que me vuelvan a enviar el New York Times impreso: su página web a veces no carga en mi tableta Android, a veces bloquea el navegador en mi ordenador, a veces los enlaces no funcionan. La versión impresa era mucho más fácil de leer. La experiencia en línea se ha deteriorado muchísimo con los años. Por desgracia, los más jóvenes nunca notarán la diferencia.

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Apartamentos turísticos en Valencia: Una nave industrial centenaria se convertirá en 22 pisos turísticos con piscina

Apartamentos turísticos en Valencia: Una nave industrial centenaria se convertirá en 22 pisos turísticos con piscina

El Ayuntamiento de València ha concedido licencia para el derribo de una nave industrial histórica en la calle Lliri número 11, en el barrio de Camins al Grau, datada en 1925 según el Catastro y representativa del patrimonio industrial de la ciudad, para permitir la construcción de 22 apartamentos turísticos con piscina
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SEAT 600 - ¿Cómo hace la esquiva un coche de hace más de 50 años?

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Los coches modernos cuentan con multitud de ayudas electrónicas que mejoran la seguridad cuando viajamos. Pero hace unos cuantos años, eso no era así. La única ayuda podía ser un chasis con una buena puesta a punto que, al menos, evitase reacciones complicadas de gestionar por el conductor. Sirva de ejemplo este SEAT 600. Con más de medio siglo a sus espaldas, hemos hecho con él a prueba de esquiva y, por supuesto, también al eslalon para ver qué sucedía.
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El primer mensaje Es-Alert descartado el día de la dana incluía la orden de confinamiento a la población

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La jueza de Catarroja que instruye la causa por la gestión de la dana en Valencia ha obtenido el borrador descartado del mensaje Es-Alert que incluía la orden de confinamiento de la población durante la tarde del 29 de octubre de 2024.
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Kodi vs Stremio: diferencias clave y cuál te conviene

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Si llevas tiempo viendo pelis y series online, seguro que has oído hablar de Kodi y Stremio como dos de los centros multimedia más potentes que existen ahora mismo.
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Hombre construye una casa económica en solo 6 días  

¡Construye tu propia casa en solo 6 días! ¿Alguna vez pensaste que podrías construir tu propia casa de forma económica y rápida, sin usar hormigón ni maquinaria pesada? ¡Gracias al sistema de bloques modulares Gablok, ahora es posible!
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Exfiscal afirma tener pruebas de que Trump trató de anular el resultado de las elecciones en 2020

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El exfiscal especial del Departamento de Justicia, Jack Smith, dijo a los legisladores en una entrevista a puerta cerrada el miércoles que su equipo de investigadores “desarrolló pruebas más allá de toda duda razonable” de que el presidente Donald Trump conspiró criminalmente para anular los resultados de las elecciones de 2020, según partes de su declaración de apertura obtenidas por The Associated Press. También afirmó que los investigadores acumularon “evidencias contundentes” de que Trump violó la ley al acumular documentos clasificados…
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El lucro multinacional ahoga la sanidad pública gallega: El escandaloso concierto con Povisa y el silencio cómplice del PP

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La sanidad gallega, históricamente degradada bajo gobiernos del Partido Popular (PP), vuelve a ser noticia por un acuerdo opaco y multimillonario que prioriza el negocio privado sobre el derecho a la salud. El reciente contrato entre el Servizo Galego de Saúde (Sergas) y el hospital privado Povisa, por 195 millones de euros para dos años, ha desatado la indignación de la Asociación Galega para a Defensa da Sanidade Pública (AGDSP), que denuncia un “parasitismo” sistemático de fondos públicos en beneficio de multinacionales. Privatizar para em
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Intenta convencer al carnicero de que no le cobre 30 euros por cuatro filetes porque la macroeconomía va bien

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El cliente, Germán Guairles, tras pedir cuatro filetes, un poco de carne picada y dos huesos para caldo, se ha negado a pagar el importe que Carlos, el carnicero, le pretendía cobrar con el argumento de que eran unos precios desorbitados y sin sentido teniendo en cuenta lo bien que se está comportando España en los datos económicos. “¿La economía va bien y a mí no me llega para carne? Con los datos en la mano, no tiene sentido”, dijo Germán, según los testigos de la escena.
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El PP extremeño ocultó la denuncia de una concejala por el “trato machista” de su alcalde: “Aguanta, ya sabes cómo es”

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elDiario.es accede a documentación que revela los intentos de una edil de Navalmoral de la Mata por informar a la cúpula del partido de la situación con el regidor Enrique Hueso y las evasivas de la dirección regional del PP de María Guardiola: “El partido lo ha tapado y ni puedo ni quiero aguantar más”
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Palestina: récord de construcción de colonias israelíes

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La ONU ha alertado este martes de que Israel ha acelerado la construcción de asentamientos en los territorios palestinos ocupados y que este año 2025 se ha batido un récord, con el mayor número desde 2017. Las colonias israelíes en territorio palestino son ilegales según la legislación internacional.
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CASO LANDALUCE | Un dirigente del PP presionó a una exconcejala para que firmara que sufría trastorno mental y así defender al alcalde de Algeciras de acoso sexual

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Una grabación reproduce la voz de Marcos Borrego, miembro del PP de Málaga y asesor del Ayuntamiento algecireño, presionando a la exconcejal del PP Laura Ruiz para que firme ante notario que padece un trastorno mental para justificar sus mensajes sobre el presunto acoso sexual del regidor y senador José Ignacio Landaluce contra dos compañeras de partido
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Cuatro meses para recibir una ecografía abdominal: condenan a la Comunidad de Madrid a pagar 15.000 euros a la familia de una mujer fallecida de cáncer de páncreas

Cuatro meses para recibir una ecografía abdominal: condenan a la Comunidad de Madrid a pagar 15.000 euros a la familia de una mujer fallecida de cáncer de páncreas

El TSJ de Madrid ha reconocido la responsabilidad patrimonial de la Comunidad de Madrid y de la aseguradora Relyens Mutual Insurance por el retraso en la realización de una ecografía abdominal a una mujer que falleció a causa de un cáncer de páncreas. El TSJ de Madrid aplica la doctrina de la pérdida de oportunidad, subrayando que el daño indemnizable no es el fallecimiento en sí mismo, sino la incertidumbre generada por no haber podido conocer qué habría ocurrido de haberse actuado con mayor diligencia en los tiempos diagnósticos.
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El Gobierno autoriza la compra del 89,68% de Hispasat por parte de Indra por 725 millones de euros

El Gobierno autoriza la compra del 89,68% de Hispasat por parte de Indra por 725 millones de euros

El Consejo de Ministros de este martes ha autorizado la compra del 89,68% de Hispasat por parte de Indra por 725 millones de euros, según han confirmado a Europa Press fuentes al tanto de la situación. La operación, que también incluye la toma del control de Hisdesat --la rama de satélites militares de Hispasat--, ya había recibido el respaldo de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) y el beneplácito de los accionistas de Indra, así como las autorizaciones preceptivas en los distintos países en los que opera la compañía.
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Cada tela teje su araña (II)

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A Malindo el viaje se le ha hecho largo, y no sólo porque ha tenido que conducir cuatro horas nada más bajarse del avión, sino porque sabe de sobra que no puede permitirse que lo pare la policía bajo ninguna circunstancia y ha cumplido escrupulosamente todos los límites de velocidad, algo muy difícil, de noche, para quien está acostumbrado a poner al límite motores de doble o triple cilindrada del que ha tenido que conducir por España.

Pero al fin ha llegado, justo a tiempo para unirse mansamente al resto del rebaño de automóviles que transitan la circunvalación.

Son las ocho de la mañana y la ciudad parece animarse por el tráfico de los que acuden a su trabajo o van a llevar a los niños al colegio, pero no hay siquiera un amago de atasco. La ciudad entera es vieja, callada y fría como una ermita de monte. Ni una sola chimenea empaña el azul del cielo. No suena ni un claxon. Nada.

Sin mucho problemas consigue dejar el coche en un aparcamiento subterráneo, vacío como la bodega de un barco jubilado.

Malindo duda un momento y se echa la pistola al bolsillo de la chaqueta. El fusil puede quedar en la mochila, dentro del maletero. Lo primero es echar un vistazo a los alrededores del hotel para reconocer el terreno.

El hotel está en una plaza, tal como le dijeron. Eso sí lo sabía. Delante de la entrada no ve árboles ni ningún otro estorbo, y de la entrada a la carretera hay al menos cinco metros de acera: mucho más fácil de lo previsto.

Malindo mira el reloj. Las ocho y media. Tiene aún cuatro horas, tal vez cinco, pero no puede trabajar con prisas. Sólo le falta encontrar el lugar apropiado donde esperar.

Podría servirle alguna azotea, pero las considera demasiado peligrosas. Puede pasar un helicóptero en cualquier momento, por cualquier motivo, y en cuanto vieran a un hombre con un rifle darían aviso. No hace falta que sea la policía: un servicio médico, cualquier tontería publicitaria...

Es mejor una ventana, en una casa o en una oficina cualquiera en la que poder estar tranquilo. Cualquier pequeño negocio puede servir.

Malindo se da una vuelta por la plaza leyendo tranquilamente las placas de los portales. Un dentista, un abogado, una clínica psicológica... Todos son igual de buenos e igual de malos: si entra y encañona al personal no se moverán, pero puede que tengan cita con algún cliente y alguien se extrañe. Es mejor otro tipo de negocio...

Hace frío, pero no demasiado. El sol asoma entre las nubes, desmintiendo cualquier posibilidad de lluvia. Malindo acaricia la pistola en el bolsillo mientras da una segunda vuelta a la plaza y se decide por un estudio de arquitectura. Un arquitecto que no abre la puerta y no coge el teléfono puede haber ido a ver a algún cliente y estar en algún lugar sin cobertura. Un sótano, por ejemplo.

Son poco más de las nueve. Cuanto más tarde en buscar su posición, menos tiempo tendrá para los preparativos, pero si se apresura demasiado pueden surgir problemas. Esperará hasta las once, más o menos. Se lo explicaron de niño y nunca necesitó que se lo repitieran: los animales que son presas de otros deben saber escapar; los animales que cazan, deben saber esperar.

Entonces, cuando está a punto de entrar a desayunar en un bar de la plaza, ve un cartel verde brillante en una ventana de una sexta planta, ofreciendo un piso en alquiler. Ese sería un escondite ideal.

Saca el teléfono móvil y entrecerrando los ojos trata de distinguir las cifras. Una voz femenina le contesta casi de inmediato con el nombre de la agencia inmobiliaria.

—Buenos días. Estoy en el centro de la ciudad, en esta plaza con una gran fuente, y veo un letrero en un sexto piso anunciando un local en alquiler... —explicó echando mano a sus mejores modales.

La empleada de la inmobiliaria detalla el nombre de la plaza y pide unos instantes para comprobar de qué propiedad se trata. Poco después comienza a desgranar los datos: superficie, precio, gastos de comunidad, etc.

—Pues la verdad es que es ideal para mí. Es justo lo que estoy buscando. Pero necesitaría verlo cuanto antes porque debo regresar esta misma tarde a mi país —respondió Malindo sacando provecho a su acento suramericano.

La empleada de la inmobiliaria trató de explicar que no podía resolverlo tan rápidamente. Esas cosas llevaban unos trámites que no podían resolverse en sólo unas horas.

—No se preocupe, ya lo sé. Si me interesa, le dejo ya pagadas desde ahora dos mensualidades y los papeles firmados. Regreso en dos semanas. Pero necesito poder volver con algo ya apalabrado.

La empleada de la inmobiliaria preguntó si le venía bien ver el inmueble a las diez y media.

Malindo lo pensó un instante. Era la hora perfecta para tener margen tanto si aquel intento salía bien como si no.

—Por supuesto. La veo a las diez y media en el portal de la casa. Muchas gracias —respondió amablemente.

4

El ujier de uniforme que antes abría la puerta a los visitantes aguarda ahora, de paisano, tras el mostrador de recepción. Lleva ocho años allí, disfrutando de su ascenso y de la posibilidad de negarse a los deseos de alguien.

Lo siento, caballero, no hay habitación.

Lo siento, pero no tenemos servicio de lavandería.

Lamento que el teléfono de su habitación no funcione. Puede usted llamar desde recepción si lo desea.

Perdone, pero todas las plazas del aparcamiento están ocupadas. Pruebe suerte en el parking municipal que hay dos calles más abajo.

Negarse. No servir. Decir que no. Un verdadero ascenso.

Tenía dieciséis años cuando empezó a trabajar en el hotel, a veces de botones, a veces de simple chico de los recados, y nunca pudo decirle que no a nadie. Si no había teléfono en las habitaciones, llamaba al técnico y se preocupaba de que la reparación fuese lo más rápida posible. Si alguien solicitaba servicio de lavandería contestaba que “por supuesto” y llevaba la ropa a lavar a algún negocio con el que tuviesen un acuerdo. Y siempre, siempre había aparcamiento para los huéspedes, independientemente de quién fuera el coche que fuese necesario desalojar, incluido el del dueño del hotel.

Pero eran otros tiempos. Era otro mundo, casi, y desde entonces habían pasado más de cuarenta años.

Por aquel entonces, su tío le ofreció irse a trabajar a Francia, a una industria textil, concretamente. Se lo pensó muchas veces y otras tantas se echó atrás, con el pretexto de acabar al menos el bachillerato, pero al final no hizo ni lo uno ni lo otro: apareció la posibilidad de trabajar en el hotel y todo se fue diluyendo, como barro bajo la lluvia que no encuentra alfarero que le dé forma.

En Francia había buenas oportunidades, pero no hablaba el idioma y las jornadas eran, según su tío, largas y duras. Pagaban bien y en unos pocos años podría regresar con unos buenos ahorros que le permitiesen comenzar algún negocio por su cuenta, pero justamente ahí, sin llegar a mencionarlo, surgió el primer problema: ¿qué negocio quería montar él? Lo del restaurante era idea de su padre y no suya, que no se veía atendiendo diez, doce o catorce horas al día, primero la barra, luego la compra de provisiones y después las mesas. Un negocio propio era la aspiración de toda su familia desde hacía al menos un siglo, cuando su bisabuelo vendía escabeche por los pueblos en un burro. ¿Pero tenía él la obligación de plegarse a los sueños de otros? ¿qué necesidad tenía él de un negocio propio, ni de preocupaciones, ni del riesgo de que las cosas le fuesen mal y tuviera que acabar casi en la calle, como su abuelo? Serán solo diez o doce años y cuando vuelvas de Francia podrás tener un negocio propio, le repetían. Con menos de treinta años podrás levantar una casa y ser tu propio patrón toda la vida...

Dieciséis años y marcharse a Francia... No lo vio claro. Trató de imaginar todo aquel tiempo y no llegó a abarcarlo: era toda una eternidad separado de los amigos, de los sitios donde le gustaba pasar las tardes, de los ambientes donde todos le sonreían al llegar. Lo pensó mucho pero no se decidió a hacer la maleta a pesar de que la situación en su casa empeorase mes a mes por una corrosiva combinación de sordidez, desesperanza y problemas económicos. Una noche, antes de cenar, le dijo a sus padres que quería dejar los estudios y pidió que le ayudasen a buscar un trabajo. Su madre se echó a llorar, lo mismo que si le hubiese contado que se casaba, que se marchaba a Francia o que quería ser electricista. Su madre se echaba siempre a llorar por cualquier cosa. Su padre meneó la cabeza, disgustado, pero dijo que preguntaría por ahí a un par de amigos, a ver lo que le podía encontrar. Eso sí: la mitad de lo que ganase tenía que darlo para ayudar a la familia, y si no cumplía lo mandaba a Francia con su tío, le gustara o no.

Como se imaginaba ya en un andamio, el trabajo en el hotel le pareció una buena opción aunque ganase poco al principio. Era una manera de no estar en casa, ni de perder el tiempo en el instituto, donde se le hacía cada vez más cuesta arriba mantener la atención sobre unas materias que ni le importaban ni parecían llegar a ninguna parte.

Al principio no le pagarían casi nada, pero con las propinas podía juntar casi mil pesetas al mes, una cantidad fabulosa para un muchacho de su edad. Con aquel dinero, o con la mitad de aquel dinero, que era lo que tendría a su disposición, podía permitirse todos los lujos con los que ni siquiera se había permitido soñar hasta ese momento. Y el trabajo tampoco era pesado: obedecer, poner buena cara y callar. Lo mismo que poco después tuvo que hacer en la mili, y sin que le pagasen más que unas pesetas simbólicas.

En el ejército dijo que trabajaba en un hotel y acabó de ordenanza de un capitán bonachón y borrachín que le enseñó la vieja máxima militar: ”del trabajo no escapes; el trabajo no lo hagas”. Después de la instrucción y la jura de bandera, pasó casi dos años limpiando botas y haciendo recados, pero sin someterse a las tareas más duras que todos detestaban, como barrer el patio del cuartel o pasarse una semana entera en el monte, desatascando del barro los camiones.

Aquellos fueron los únicos meses que pasó fuera de su ciudad y nunca más quiso salir de viaje si no era estrictamente necesario.¿Qué iba a ver? ¿Qué había que ver? Todos los lugares eran iguales y lo único que cambiaba era el color de los edificios y la pinta de la gente que paseaba por las calles, pero en cuanto rascabas un poco no había diferencia. Vista tu casa, visto el mundo entero. No quería ser uno de aquellos, los viajeros, que iban de un lado a otro con sus maletas, como hierbajos arrancados, mirando a todas partes en busca de un asidero donde poder reposar la vista o el ánimo. No quería ver mundo ni conocer a nadie: le bastaba con saber cual era su sitio y saber estar en él.

Por eso, cuando acabó la mili, regresó al hotel y no se planteó siquiera buscar otro empleo. ¿Dónde iba a encontrar otro mejor? ¿Y qué iba a hacer, si en los puestos buenos pedían estudios? ¿Trabajar de vigilante o de repartidor? En el hotel nunca ganaría mucho, pero tampoco se le exigiría gran cosa. Y estaría allí tranquilo, en su sitio, como una pieza bien encajada en el hueco correcto del puzzle.

Habló con algunos amigos y le ofrecieron irse a otra capital de provincia, donde había trabajo en el sector del automóvil, o desplazarse más al norte a trabajar en la siderurgia. ¿Pero para qué? ¿Para tener que pagar un piso, o una patrona? ¿Para perderse por las calles? ¿Para amoldarse a un jefe que no sabía cómo podía reaccionar o a unos compañeros que aún no conocía? La situación de sus padres había mejorado mucho, y aunque ya no le pedían dinero, él seguía dejando la mitad justa del salario en un sobre, encima de la recién comprada televisión. Con el resto hacía lo que le daba la gana y le sobraba para todo lo que realmente le apetecía.

¿Marcharse? ¿Para qué?

Poco a poco se acomodó en su puesto y no tardó en asimilar también todos los trucos del oficio. Aprendió enseguida a qué clientes había que atender en primer lugar en caso de duda, cuáles darían una buena propina si se les ayudaba a subir la maleta y quiénes eran solamente simpáticos, pero tacaños, o tacaños a la vez que estirados y despectivos, que también los había. El dueño del hotel observó aquel sexto sentido para tratar a la gente y comenzó a encargarle pequeñas tareas de confianza, como recoger el correo o ir a buscar a la estación a algún cliente extranjero. En poco tiempo, el sueldo creció y las razones para marcharse a otro lado o de buscar otro empleo menguaron al mismo ritmo.

Entonces conoció a una camarera de las que limpiaban y arreglaban las habitaciones y se hicieron novios. Se hicieron novios como si alguien lo hubiese concertado en una reunión entre familias: tenían el mismo horario, conocían a la misma gente, trabajaban los mismos días... No tuvieron más remedio.

María era una chica nerviosa y azorada, que miraba siempre a su espalda como si temiera que alguien la estuviese siguiendo, y él consiguió tranquilizarla. E·se fue su principal mérito, y nunca había dejado de renovarlo.

Cuando se casó se prometió a si mismo y a su esposa buscar otro empleo. Cuando tuvo el primer hijo, renovó esa promesa, y la intención se repitió una vez tras otra, hasta que nació la pequeña, la tercera, sin que acabase de decidirse. Le pagaban poco, pero hacía aún menos. ”En el sueldo me engañarán, pero lo que es en el trabajo....” , solía bromear cuando le preguntaban qué tal le iba en el hotel. Cuando los niños eran pequeños María dejaba el trabajo para retomarlo luego, sin ningún problema, cada vez que tenía unas cuantas horas disponibles. Vivían holgadamente, sin complicaciones, sin aspiraciones siquiera que les obligasen a dar un paso adelante para buscar una mejora.

Y así pasaron los años, y llegó la democracia, y llegaron también las primeras dificultades para emigrar y las de siempre para buscar empleo. Todo se coaligó para que él se aferrara al puesto, incluido el ascenso que supuso ocuparse de la recepción los días que faltaba Basilio, el viejo recepcionista de siempre.

Cualquier resto de ambición que pudiera quedarle se refugió en algún rincón de su mente, se hizo un ovillo, y se dispuso a hibernar, acaso para siempre. ¿Qué más podía pedir? Al principio se aburría mortalmente tras el mostrador, pero luego se fue acostumbrando a leerse el periódico entero en lugar de limitarse a los titulares y las entradillas, a rellenar el crucigrama y hasta a leer alguna novela. En verano, o cuando se celebraban los congresos, no paraba en todo el día, pero durante el invierno y el otoño, sobre todo entre semana, trabajaba como mucho media hora, sumando todas las gestiones que debía hacer para los escasos clientes que acudían al hotel.

¿Qué más podía pedir?

El recepcionista aún se lo pregunta algunas veces en mañanas como la de hoy, tranquilas, sin clientes ni preocupaciones, sin jefe al que temer ni problemas urgentes que resolver. Cumple su horario, está allí y hace más o menos lo que le da la gana, con el buen gesto que sigue componiendo más por placer cínico que por educación. Sonreír a los clientes es una manera de mantenerlos apartados, de mostrarles el decorado en vez del interior, como una pared recién alicatada. Por eso les sonríe.

Antes no se lo hubiesen permitido, pero hace ya cinco años que ha instalado un pequeño televisor en recepción y se pasa el día entero maldiciendo la programación, pero sin apagar el aparato. Pensó que al multiplicarse el número de canales encontraría algo más atractivo que mirar, sobre todo por las mañanas, pero al final ha sido peor, y de eso se queja. Ahora a veces navega también por internet, contento de haber asistido al curso en el que le enseñaron a manejar las herramientas informáticas básicas. En internet hay de todo, pero tiene el problema de que todo está escrito y hay que leerlo, como en los tiempos del periódico y los crucigramas. Es mucho mejor la tele, o la radio, que te habla por su cuenta sin que tengas que prestarle toda tu atención.

Pero todo está bien para pasar el tiempo. Cualquier cosa vale si ayuda a matar las horas, y en eso se ha hecho un verdadero experto con los años: la recepción es un matadero industrial de horas minutos y segundos, casi siempre propios, y a veces también ajenos.

El teléfono suena sin conseguir que el recepcionista se apresure a contestarlo. Van ya siete timbrazos cuando al fin recita en voz alta el nombre del hotel, casi una broma.

Alguien habla al otro lado durante unos instantes, segundos apenas.

Es suficiente.

El recepcionista cuelga, se deja caer en el sillón giratorio que sustituye desde hace años a la silla habitual y se pasa las manos por el rostro.

Cualquier otro día hubiese expresado su disgusto con un golpe sobre el tablero del mostrador, pero después de lo que acaban de decirle sólo se atreve a chasquear la lengua y morderse los labios.

Luego respira hondo y vuelve junto al teléfono, pero después de descolgarlo cambia de opinión para sentarse de nuevo, resignado.

¡Menudo desastre!

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