No tiene sentido siquiera lógico pedir poder ver conscientemente las causas neurofísicas que precausan, preconstituyen o preposibilitan la capacidad misma de poder ver conscientemente.
(Nota final, añadida a las 24 palabras: ciertamente, el problema no tenía solución, porque ni siquiera era un problema).
Tras la sentencia que condena al Fiscal General del Estado, el debate sobre la falta de independencia judicial en España (sobre todo en lo que a los altos tribunales del país se refiere) ha adquirido una relevancia aun mayor si cabe. Muchos consideran que la reforma del CGPJ sería suficiente para despolitizar la Justicia, evitando que tan relevante órgano (con un poder prácticamente absoluto para nombrar a los altos magistrados del país, empezando por la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo) esté copado por comisarios políticos de los grandes partidos. Otros entienden que dejar a los jueces el poder para elegir a los vocales del CGPJ, derivaría en su control eterno por la derecha, dado el perfil mayoritariamente conservador de la judicatura.
Desde mi perspectiva, la falta de independencia judicial, entendida como la connivencia del juez con determinados centros de poder a los que favorece en sus sentencias, anteponiendo esa torcida intención a lo que su leal saber y entender le dice que es la recta aplicación del Derecho, tiene una causa principal: la tentación de hacer carrera a la sombra de un partido o centro de poder económico que controla a ese partido. Así nacen monstruos, como las sentencias de la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo, tumbadas una tras otra por la justicia europea, que privilegiaban a los bancos contra toda lógica jurídica en detrimento de los derechos elementales de los consumidores hipotecarios (singularmente obscena fue la que sólo les imponía devolver una parte de lo robado por las cláusulas suelo, en lugar de su totalidad).
Un CGPJ politizado es la herramienta perfecta para difundir esta infame percepción entre los jueces: los ascensos al Tribunal Supremo y otras altas magistraturas requieren necesariamente un apadrinamiento político, de modo que el juez deberá mostrar su fidelidad a PP o PSOE (y a los bancos y grandes empresas que los financian) para ir escalando puestos y llegar a nuestro más alto tribunal gracias a los vergonzosos "baremos" que hoy se emplean para elegir a sus magistrados. "Baremos" que dan una libertad prácticamente absoluta a las comisiones selectivas para asignar las plazas.
Igualmente nefastas son las "puertas giratorias judiciales", que se manifiestan en la concatenación de altos cargos judiciales o vinculados al Ministerio de Justicia por parte de ciertos jueces cuya lealtad política es a prueba de bombas, y que son promocionados por una u otra fuerza del bipartidismo. Ser sucesivamente y sin solución de continuidad Fiscal General del Estado, magistrado del Tribunal Constitucional, magistrado del Tribunal Supremo y muchos otros altos cargos vinculados al dedo del Gobierno, es perfectamente posible si tus sentencias siempre se adaptan a sus intereses. Cándido Conde Pumpido, en el ámbito del PSOE, o Cesar Tolosa, en la órbita del PP, son buenos ejemplos de ello.
Por consiguiente, es vital que imperen el mérito y la capacidad en la selección de los jueces, sobre todo en lo que a las altas magistraturas se refiere, de modo que el juez sepa que está ahí exclusivamente por su valía profesional y, sobre todo, que haga lo que haga en el marco de sus funciones jurisdiccionales no recibirá premio o castigo alguno por parte de fuerzas políticas o de sus comisarios en el CGPJ. Más importante aún que la selección misma del juez es su blindaje, una vez tome posesión del cargo, frente a futuras dádivas, expectativas o represalias.
Un CGPJ la mitad de cuyos miembros fuesen elegidos por los propios jueces (prescindiendo, eso sí, de la influencia de las asociaciones judiciales a la hora de avalar las candidaturas) y la otra mitad por los ciudadanos mediante voto popular directo (sin que los partidos políticos puedan tener influencia alguna en el proceso de elección) podría ser idóneo para asegurar la independencia judicial.
Hay otro factor fundamental para garantizar la independencia judicial, entendida en sentido amplio pero no por ello menos decisivo para la justicia material. La extracción social y ubicación ideológica de los jueces deben ser fiel reflejo de las existentes en la sociedad española. Porque un juez que no sabe lo que es el trabajo físico, tiene muchas probabilidades de declarar procedente el despido de un trabajador que se quedó dormido en un rincón de la nave donde trabaja tras 3 horas cargando sacos de cemento. Tales probabilidades de validación del despido disminuirán en el caso de un juez cuyo padre era albañil y lo veía llegar a casa exhausto todas las noches. Ello aparte de la enorme influencia que tiene la ideología a la hora de, por ejemplo, empatizar más con un banco que con un desahuciado por no poder pagar la hipoteca.
Por ende, hay que garantizar que, a la hora de litigar, el ciudadano tenga unas probabilidades razonables de encontrarse con un juez que proviene de las clases populares y que, por ello, es más probable que entienda su caso porque sabe lo que es deslomarse por mil euros al mes o no llegar a fin de mes. Así corregimos también, aunque sólo sea en parte, la injusticia derivada de que bancos o empresas suelan contar con los mejores abogados, sea porque son los más hábiles o los que más contactos tienen, debido a que pueden pagarles mucho más que el currante medio.
Para lograr este fin serían idóneos un sistema de becas destinado a estudiar la oposición a judicatura lo suficientemente sólido, un sistema público y gratuito de preparadores (que de paso no cobren sus honorarios en negro) y una reformulación de la oposición misma, cuya estructura actual es arcaica, bastante inútil para validar la capacidad profesional del futuro juez y (para colmo) obliga al opositor a tirarse más de un lustro estudiando a tiempo completo y, con ello, viviendo de lo que sus familiares puedan darle para que se mantenga, cosa harto difícil si sus padres tienen lo justo para vivir.
Navegando por internet he encontrado este artículo que trata en profundidad todas estas cuestiones y propone una batería de soluciones para corregirlas. Os dejo el link:
menéame