Sobre la falacia de que lo que sube a portada es lo que la gente (usuarios) quieren, reflexión y opinión:
El argumento de “si sube, es porque la gente lo vota” es una trampa retórica muy útil para el que domina el tablero. Pero “la gente” en ese contexto no es la comunidad, sino un subconjunto muy activo, homogéneo y coordinado. Lo que vemos en portada no es el consenso, sino la hegemonía del grupo más organizado.
Combatir eso no se logra con moralina ni con llamamientos a la ética del usuario —eso nunca funciona—, sino con diseño de sistemas que neutralicen la ventaja de la coordinación.
Resumo tres estrategias realistas, aplicables a Menéame sin destruir su esencia:
El problema no es el voto, sino quién vota.
Si 200 usuarios que suelen votar juntos impulsan una noticia, el sistema podría detectar la baja diversidad del grupo y reducir el peso colectivo de esos votos (manada Meneame, la vemos a diario).
En cambio, si 40 usuarios con historiales dispares votan lo mismo, se interpreta como interés genuino y el peso sube.
Esto se hace analizando correlaciones de voto (una técnica vieja en detección de spam y manipulación de reputación).
Así se premia la pluralidad, no el número bruto.
En lugar de un único flujo donde todo compite con todo, se podrían usar capas temáticas o ideológicas, y que la portada global se nutra de las mejores de cada una.
Por ejemplo: una noticia que destaque en el sub “Ciencia” o en el sub “Internacional” entra en la portada general aunque no tenga el máximo de votos totales.
Esto rompe el monopolio de los grupos dominantes (que suelen estar concentrados en temas políticos) y devuelve visibilidad a las minorías de interés.
(Aquí la chicha y la mother of the lamb)
Los enjambres (grupos coordinados) son matemáticamente detectables:
Un sistema bien diseñado puede aplicar un factor de “entropía social”: cuanto más predecible sea el grupo, menos pesa su acción colectiva.
No castiga a nadie directamente, pero su influencia se diluye automáticamente cuando actúan como bloque.
El truco está en no castigar la organización explícitamente, sino hacer que deje de ser rentable.
(Meneame, esto te valdria? lo pregunto ya que hasta la administración admite que lo que se busca ya es la rentabilidad... bueno, pregunta retorica)
Si organizarte para hundir o subir algo no tiene efecto visible, los grupos se desintegran por aburrimiento.
Y todo esto debería ser visible y auditable. La transparencia mata las teorías conspirativas: si sabes cómo el algoritmo protege la diversidad, ya no necesitas sospechar que “alguien manipula desde arriba”.
El gran fallo de Menéame ha sido pensar que el voto popular bastaba como garantía de pluralidad, que la gente tiene etica y que no se usaria por intereses (politicos, economicos, publicitarios).
La historia demuestra lo contrario: sin mecanismos de corrección, la democracia digital degenera en plutocracia de clics.
Diseñar la corrección es difícil, pero posible. Solo hace falta aceptar una idea incómoda: la libertad en red no se defiende con ausencia de control, sino con controles bien diseñados contra el poder de grupo, AKA, las manadas de Meneame.
Hola, soy Ana, mi último usuario era @Retruecano y parece que lo han anulado, así que escribo con el de @Feindesland.
Entiendo que toméis medidas de seguridad contra dobles y astrotufers, pero una comunidad que impide la participación de los grupos de amigos no es una comunidad inteligente.
En estos momentos estamos cinco usuarios de meneame en un bar italiano y sólo el usuario de Feindesland sigue vivo.
Hace tiempo, en el hospital, intenté votar una noticia y resultó que alguien la había votado con la misma IP. Había algún meneante más ingresado al parecer.
No es importante. Uso poco o casi nada ya está web, pero quería señalar ese problema que tanto estorba recomendar la página a amigos. Y más si somos todos de una vieja asociación que se reúne cada bastante tiempo.
Recomendar a amigos suele ser básico para captar usuarios, pero aquí se limita mucho eso.
Impedid el voto cruzado y el duplicado, pero intentad hacer algo con esto, además de deshabilitar el usuario a los pobres desgraciados que participamos menos.
Gracias

El último informe de ANGED, patronal de la gran distribución, es una auténtica galería de los horrores de como no deben hacerse gráficos cuando se utilizan pictogramas que varían en dos dimensiones, en que para que sean correctos, es el área la que debe ser proporcional al valor representado. Luego si se quiere representar, por ejemplo, un valor que es el doble que otro, no se puede doblar el largo y ancho del pictograma, porque entonces el área ya no sería el doble, sería cuatro veces.


Y para aumentar el horror, también han incluido gráficos en que, además de no respetar la proporcionalidad de las áreas, utiliza un truncado exagerado del eje Y:


Lo más curioso es que en ese mismo informe si se utilizan gráficos con pictogramas en los que se respeta la proporcionalidad: si sólo se modifica la altura y el ancho se mantiene constante, si hay proporcionalidad entre los valores y las áreas.

El 26 de diciembre de 2004, mientras gran parte del mundo celebraba la Navidad, un terremoto de magnitud 9,1 frente a la costa de Sumatra desencadenó uno de los desastres naturales más devastadores de la historia: el tsunami del océano Índico, que causó más de 230.000 muertes en 14 países.

En la isla de Phuket, en Tailandia, una niña británica de solo 10 años se convertiría, sin saberlo, en un ejemplo mundial de cómo la educación puede salvar vidas.
Una mañana tranquila… aparentemente
Tilly Smith estaba de vacaciones con su familia en Mai Khao Beach, una larga playa del norte de Phuket. Era su primer viaje fuera de Europa. El día era soleado y tranquilo, pero algo empezó a llamar su atención.
El mar no se comportaba con normalidad.
El agua avanzaba de forma constante hacia la orilla, se retiraba de manera extraña y aparecía una espuma blanca y burbujeante, un aspecto que Tilly describiría más tarde como “espuma de cerveza”. No había olas grandes, ni tormenta, ni viento fuerte. Precisamente eso era lo inquietante.
Un recuerdo reciente de clase
Dos semanas antes del viaje, en su colegio —Danes Hill School, en Surrey (Reino Unido)—, Tilly había tenido una clase de geografía sobre tsunamis. Su profesor, Andrew Kearney, había mostrado imágenes históricas, entre ellas las del tsunami de Hawái de 1946, y había explicado los signos de advertencia:
En la playa, Tilly reconoció exactamente esos signos.
“Va a venir un tsunami”
Tilly empezó a advertir a sus padres con insistencia. Les dijo que lo que estaban viendo era el preludio de un tsunami y que debían salir de la playa de inmediato. Al principio, como es lógico, los adultos dudaron: el cielo estaba despejado y no se veía ninguna ola gigante.
Pero la niña no se calmó. Se puso cada vez más nerviosa y firme:
“Hay que irse. Va a venir un tsunami”.
Su padre, Colin Smith, percibió la urgencia en la voz de su hija y decidió confiar en ella. Avisó al personal del hotel cercano. Por una coincidencia clave, un turista japonés que hablaba inglés escuchó la palabra “tsunami” y confirmó que se había producido un fuerte terremoto en Sumatra horas antes.
El personal del hotel ordenó evacuar la playa inmediatamente.
Segundos antes del impacto
Decenas de personas subieron a plantas superiores del hotel. La madre de Tilly, Penny, fue una de las últimas en abandonar la playa. Más tarde contaría que tuvo que correr mientras el agua empezaba a entrar con fuerza y que pensó que iba a morir.
Pocos segundos después, el tsunami alcanzó la costa. No fue una sola ola “de película”, sino una masa de agua violenta que arrastró hamacas, árboles, arena y escombros, inundando completamente la zona.
En muchas partes de Phuket hubo víctimas mortales.
En Mai Khao Beach, no se registró ninguna muerte.
Reconocimiento internacional
La acción de Tilly Smith fue reconocida en todo el mundo:
Su historia se utiliza hoy en programas educativos y de protección civil como ejemplo del valor de la educación en riesgos naturales.
¿Cuántas vidas salvó?
No existe una cifra oficial exacta. Las estimaciones hablan de alrededor de 100 personas evacuadas, aunque lo verdaderamente relevante es el hecho comprobado: su aviso evitó muertes en una zona que, de otro modo, habría sido alcanzada sin advertencia.
Una vida normal, una lección extraordinaria
Hoy, Tilly Smith vive en Londres y trabaja en el sector náutico. Siempre ha insistido en que el mérito no fue solo suyo, sino de su profesor:
“Si no fuera por aquella clase de geografía, probablemente mi familia y yo no estaríamos vivos”.
Una lección que permanece
La historia de Tilly Smith no es una fábula ni una exageración viral. Es un hecho real que demuestra algo sencillo y poderoso:
Una sola clase, impartida en el momento adecuado, puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
Y recuerda por qué la educación —especialmente en prevención y ciencia— no es un lujo, sino una necesidad.
Se ha llegado a un pico de 1800m3/s parece que el agua deriva a otros cauces pero la situación es de riesgo máximo.

Via x.com/meteo_sureste/status/2000333275987062950/
1400m3/s directos a la rambla de las moreras

menéame