Viñeta de Jerge @monerojerge realmente impactante. Con un trazo mínimo describe la situación política del cono sur.

Esta es la historia de una ciudadana nacida en un país no miembro de la Unión Europea, sancionada por el Consejo Europeo de la Unión Europea. La periodista ucraniana Diana Panchenco fue incluida en su lista negra de ciudadanos sancionados acusándola de desinformación y desestabilización por denunciar y exponer la corrupción del gobierno ucraniano de Zelensky. A pesar de la veracidad de sus denuncias, que fueron confirmadas por periódicos como The New York Times, la Unión Europea prefirió ensañarse con una mujer, madre de un hijo y refugiada en el este de Ucrania, concretamente en Donetsk.
Diana Panchenco no es una periodista que trabaja para medios tradicionales como hizo en el pasado. Prácticamente su trabajo informativo se concentra en iniciativas personales y utiliza las plataformas y redes sociales de Internet para difundir su información y su opinión. Hablando en plata, Diana Panchenco podrías ser tú o yo.
Este es un resumen de su caso contado por ella misma:
Mi nombre es Diana Panchenko.
Fui presentadora de televisión y “Periodista del Año” en Ucrania. Durante un tiempo estuve entre las 10 mujeres más influyentes de Ucrania.
Zelensky me tachó de ser su enemiga personal e impuso sanciones anticonstitucionales contra mi persona
El régimen de Kiev intenta confiscar mis bienes, me ha despojado de todos mis derechos en mi país y ha iniciado dos procesos penales en mi contra.
Cuando comenzó la guerra, yo estaba en Kiev.
He estado en Donetsk, donde la guerra ya dura 8 años, y durante los últimos 15 años he apelado a la cordura de la gente. He pedido la paz.
Puede que te preguntes: ¿cómo es posible? Hoy, cuando todo el mundo está defendiendo la democracia ucraniana. Y te lo explicaré.
Tengo un conocimiento profundo de esta guerra, que está siendo financiada por ciudadanos de la UE y de Estados Unidos. Puedo revelar adónde va todo tu dinero.
Hoy Ucrania ocupa los titulares. Conozco personalmente a Zelensky y a su equipo, conozco a todos los políticos y periodistas ucranianos, y te diré exactamente sobre qué mienten todos ellos.
Estamos al borde de la Tercera Guerra Mundial, más cerca que nunca.
Puede sonar horrible, pero tengo el derecho moral de decirte la verdad: el gobierno ucraniano está motivado a escalar esta confrontación para no rendir cuentas por el dinero que te han robado.
No quieres que te engañen más, ¿verdad?
Mi familia y yo estamos enfrentando amenazas, y muchos de mis colegas están encarcelados por expresar sus opiniones. Los medios tradicionales pueden no informar sobre estas injusticias, pero yo lo haré. He acumulado numerosos hechos a lo largo de los años que podrían cambiar tu perspectiva sobre esta guerra.
Mi canal de YouTube es el más popular de Ucrania (Nota: su canal de Youtube que contaba con 2 millones de subscriptores fue cerrado por Google. Diana Panchenco asegura que no recibió ninguna advertencia previa ni siquiera un strike por infringir las normas de la comunidad de Youtube), sobre todo entre el público rusohablante de todo el mundo. He escrito un libro que pronto se publicará en Estados Unidos. Estoy decidida a amplificar mi voz y llegar a una audiencia más amplia. Al compartir mis reflexiones aquí (la red social X), espero despertar conciencia e impulsar una acción colectiva por un futuro mejor.
Mantente atento a más actualizaciones y revelaciones: nuestros esfuerzos unidos aún pueden generar un impacto positivo en medio del caos y la incertidumbre.
Fuentes:
Cada vez que una nueva tecnología irrumpe con fuerza, reaparece el mismo diagnóstico automático: “esto es otra burbuja”. Con la inteligencia artificial no ha sido diferente. El paralelismo más repetido es el de la burbuja de las punto com, como si estuviéramos reviviendo una historia ya conocida de expectativas infladas, capital mal asignado y un colapso inevitable. Sin embargo, esta comparación no solo es simplista, sino que ignora aspectos estructurales clave que hacen que la situación actual sea profundamente distinta.
El primer error habitual es asumir que toda inversión masiva responde a una lógica puramente especulativa y de corto plazo. En la burbuja de las punto com, gran parte del capital se destinó a proyectos con barreras de entrada mínimas, modelos de negocio poco definidos y tecnologías que aún no estaban maduras para sostener las promesas que se hacían sobre ellas. Bastaba con “estar en internet” para atraer financiación.
La inversión actual en IA responde a una lógica diferente. No se trata, en muchos casos, de maximizar beneficios inmediatos, sino de no quedarse fuera de una tecnología fundacional. Lo que está en juego no es solo rentabilidad financiera, sino soberanía tecnológica, ventaja competitiva a largo plazo y capacidad de influencia en sectores críticos. Esta lógica se parece mucho más a las inversiones históricas en infraestructuras clave como la electricidad, el ferrocarril o las telecomunicaciones que a una burbuja especulativa clásica.
Cuando se desplegaron las redes eléctricas o ferroviarias, la inversión inicial fue enorme, los retornos inciertos y el escepticismo generalizado. Durante años, muchas de esas infraestructuras parecían sobredimensionadas o económicamente inviables. Sin embargo, fueron precisamente esas inversiones las que permitieron el desarrollo posterior de industrias enteras: fábricas electrificadas, transporte de mercancías a gran escala, urbanización moderna y crecimiento económico sostenido.
La IA encaja mejor en este patrón. Requiere:
Todo ello implica costes reales y sostenidos en el tiempo. Pero también habilita, a largo plazo, un ecosistema de actividades productivas que van mucho más allá del caso de uso superficial.
Otro elemento clave que diferencia a la IA de burbujas anteriores es que el conocimiento técnico está relativamente democratizado. Frameworks, modelos base y documentación están al alcance de cualquiera con formación suficiente. El problema no es “saber programar IA”.
El verdadero cuello de botella es el entrenamiento a gran escala, que requiere infraestructura física: GPUs, energía, redes y capacidad de refrigeración. En otras palabras, hierro. Y ese hierro es un recurso limitado. Esto introduce una dinámica de escasez real y ventaja acumulativa que no existía en las punto com.
Mientras la situación no cambie, sin infraestructura no hay IA competitiva. Y cuando un recurso es escaso, se asigna por capacidad de inversión. Esto convierte el momento actual en una carrera estratégica, no en una simple fiebre especulativa.
Reducir la IA a ejemplos triviales o llamativos —generación de imágenes, chatbots anecdóticos— es otro error común. La realidad es que ya estamos viendo aplicaciones con impacto directo y medible en sectores críticos:
Estas aplicaciones no son promesas futuras: existen, funcionan y generan valor. Que aún no todas sean rentables o estén plenamente desplegadas no las invalida, del mismo modo que la electricidad no fue “un fracaso” porque tardó décadas en transformar por completo la industria.
Negar que exista especulación sería ingenuo. Hay proyectos inflados por marketing, startups sin una ventaja real y narrativas exageradas alrededor de la AGI a corto plazo. Esa capa especulativa probablemente se corregirá, como ha ocurrido en todas las grandes transiciones tecnológicas.
Pero confundir esa corrección inevitable con el colapso de toda la inversión en IA es no entender el momento histórico. Estamos ante una tecnología que ya funciona, que tiene limitaciones físicas reales, que exige inversión sostenida y que promete transformar múltiples sectores productivos.
Comparar la inversión actual en inteligencia artificial con burbujas tecnológicas puramente especulativas es un error de diagnóstico. La IA se parece mucho más a las grandes infraestructuras tecnológicas del pasado que a una moda pasajera. No se está invirtiendo solo para obtener beneficios rápidos, sino para construir las bases de un nuevo paradigma productivo.
Habrá excesos, correcciones y fracasos, como siempre. Pero reducir todo el fenómeno a “otra burbuja más” es perder de vista lo esencial: la inteligencia artificial no es un producto, es una infraestructura cognitiva. Y las infraestructuras, históricamente, no desaparecen; transforman el mundo lentamente, pero de forma irreversible.
articulo editado con IA.
menéame