La mayoría de las religiones se han hecho en los últimos años más conservadoras y fundamentalistas, lo cual es cierto del islam, paradigma del fundamentalismo, pero también lo es del judaísmo, del hinduismo y del cristianismo, tanto protestante como católico. El fundamentalismo, que une siempre la religión con la política, se manifiesta por su antimodernismo militante y, sobre todo, por su condena de cualquier forma de pluralismo, sea intelectual, social o religioso. Está, pues, siempre en contra del progreso y de la democracia.