Ayer escribí este artículo en Meneame denunciando los gravísimos insultos de su dueño, Benjami Villoslada, contra diversos usuarios, llamándoles “hijos de rata” entre otras cosas www.meneame.net/story/dueno-meneame-llamando-hijos-rata-usuarios-nos-h
La respuesta de Benjami fue insultar aún más a los usuarios (véanse sus notas y comentarios www.meneame.net/user/benjami/commented ). Me consta que los afectados le reportaron a la administración de la web, que no tomó medida alguna contra el, evidentemente por ser el dueño.
Y esta mañana me he encontrado con que me strikearon por escribir el artículo. Como llegó a portada meteóricamente, no se han atrevido a censurarlo, pero denunciar los abusos del dueño de la web no sale gratis. Absolutamente lamentable.
Si también censurasen este artículo, os animo a copiarlo y pegarlo masivamente por todo Meneame.
Se viene discutiendo estos días si Escolar despidió a una periodista por no escribir un artículo al dictado, o si fue porque Elisa Beni se dedicaba a hablar mal por ahí del periódico en en el que trabajaba. Me parece a mí que este debate está viciado desde la base, o que tiende más a la teología que al periodismo, por la abundancia de posturas dogmáticas que uno lee, alejadas de cómo funcionan las coas en el mundo real.
Yo escribo aquí, y escribo como Feindesland (territorio enemigo), porque no me pagan. Si me pagasen, no podría o no debería escribir aquí, porque la empresa editora no querría que cabrease a su clientela. Así son las cosas, por mucho que se hable de pluralismo, de libertad de expresión y de otras y duiversas variantes del sexo de los ángeles.
En mi caso, escribo a veces en El Español, a veces en Jotdown, a veces en una franquicia leonesa de Eldiario.es y en otros medios, porque tengo muy claro que hay que evitar tocar los huevos a quien te encarga un trabajo, ya seas periodista, fontanero o cocinero de catering. Y si eres cocinero de catering no puedes llevar chuletón de vaca a casa de un vegano. Y si eres religioso, ni está bien, ni siquiera es de buena educación, ir a rezar el rosario a la mezquita del barrio. Y menos aún, para luego llamarles intolerantes a los musulmanes si te dicen que te vayas a tomar por culo. Porque a veces parece que la cosa va de eso: provocar, para luego señalar.
Para escribir en todas partes hay que tener un carácter muy especial, como Vizcaíno Casas, gran fascista, que escribía a la vez en El Alcázar y en Interviú, pero no confundía los artículos que tenía que mandar a cada medio. Por mi parte, habiendo firmado ya en más de veinte medios distintos, escribiría con gusto en Público y en Okdiario, la misma semana, y sin despeinarme, pero sin faltarle al respeto a sus editores ni a sus lectores, porque si no somos hemipléjicos, tenemos ideas de sobra para exponer tanto en un medio como en el otro. O al menos eso tratamos de pensar de nosotros mismos los columnistas de la vieja escuela.
Escolar no ha cometido ningún acto de sectarismo: se ha limitado a hacer lo que todo gerente tiene que hacer, como ya expliqué hablando de lo que aprendí del director de una guardería. Se trataba, obviamente, de una exageración, o una parábola, pero no dejaba de contener, creo yo, una gran porción de verdad. Cuando se vive en un mundo como el actual, que nos puede gustar más o menos, no se puede jugar a Pepito Grillo con los garbanzos de tus jefes y tus compañeros. Existe eso que se llama la línea editorial, y existe eso que se llama la sensibilidad de la parroquia, y si tienes que decir otra cosa vete a decirla a otro sitio, con tu nombre o con seudónimo, pero no hagas como aquel colaborador que tuve, que preguntaba todos los números por quién era el principal anunciante para ponerlo a parir. Y se enfadó mucho cuando le di la patada, oye.
Aunque no le falte razón a Lenin cuando decía que la libertad de prensa es la libertad del dueño de la imprenta, también hay que tener en cuenta que los juntaletras tenemos bastante mano ancha, en general, para exponer nuestros puntos de vista, mientras haya pluralidad. Pero para eso hay que ser freelance, y no esperar una nómina fija a fin de mes. Para que la libertad de expresión tenga menos límites, hay que saber a quién le envías tu artículo, ser cortés ante todo, y no jugar al trágala con los que te pagan y con los que te leen. Porque lo que está claro es que todos tenemos el derecho a decir lo que nos parezca, pero nadie tiene la obligación de leernos, de escucharnos, ni de publicarnos.
Por eso aprecio tanto un sitio como este, donde no me pagan, pero escribo lo que me da la gana. Y por eso me encojo de hombros cuando me ponen a parir, o levanto una ceja cuando escribo algún artículo muy poco progresista y llega a portada. Pero si me pagaran, aunque fuese a 5€ la pieza, tendría que aguantar que Ángel, o quien fuera, me dijese que me cortara un poco, o fuese a escribir a Forocoches.
Opinar es libre, pero no es gratis. Y el que no lo entienda, que busque otro oficio.
A mí me han contado anécdotas terribles como la de un mafioso que entró en una discoteca o local nocturno y señaló a tres chicas con el dedo para llevárselas y tener sexo con ellas. En caso de negativa, las chicas podían tener “serios problemas de salud”, incluso con consecuencias mortales. Para una chica atractiva, salir por la noche y pasear sola por las calles de una ciudad rusa como Moscú o San Petersburgo era peligroso. Una persona rusa me contó el caso de una mujer de su círculo de amistades cuando era adolescente, fue violada dos veces. Las peleas, incluso con resultado de muerte, también eran habituales.
Con la caída y la disolución de la URSS, Rusia no solo sufrió una crisis económica brutal. Hubo un incremento notable de la delincuencia en todas sus vertientes: asesinatos, robos y crímenes graves vinculados al desorden social, los cambios económicos y el tráfico de armas y drogas.
Por supuesto, las diferentes organizaciones del “crimen organizado ruso” emergieron después de un letargo soviético que las invitaba a actuar con más discreción. La privatización caótica, la corrupción, la debilidad del Estado y el auge del mercado negro ofrecieron un terreno fértil. Consolidaron su poder en ciudades importantes como Moscú y San Petersburgo.
Sus actividades eran múltiples: extorsión, narcotráfico, “protección”, prostitución, contrabando, blanqueo de dinero y negocios “legales” como tapadera (hoteles, casinos, importación de automóviles, etc.).
Me contaron que diferentes grupos criminales luchaban entre sí por el control del territorio y del “pastel”, y que la sangre corría por las calles de algunas ciudades rusas. También extorsionaban a personas que eran comerciantes o propietarios, e incluso les obligaban a firmar un documento para poner sus bienes a nombre de un mafioso. La policía rusa se veía desbordada. Además, muchos policías no actuaban o estaban metidos en el ajo. Un hombre empuja a otro y se inicia una discusión que termina con consecuencias fatales.
Hoy me cuentan que, bajo el gobierno de Vladimir Putin, la seguridad ha mejorado mucho (incluso bajo la situación de guerra con Ucrania) en comparación con aquella época de caos, y que ese tipo de episodios ya no son frecuentes en las ciudades rusas. Lo mismo pasa con los mafiosos rusos que iban de clásicos gánsters callejeros y se creían dueños de las calles: su número ha descendido y ya no tienen tanta presencia. Los que fueron listos legalizaron su situación.
Si buscan información en diferentes fuentes de Internet —diarios digitales, buscadores como Google, la Wikipedia o ChatGPT— todos coinciden en lo mismo: esa delincuencia sin control empezó a declinar justo cuando Vladimir Putin accedió al poder en Rusia.
La mayoría de los rusos detestan a personajes como Gorbachov o Yeltsin, en especial los rusos de 50 años para arriba, porque bajo sus gobiernos vivieron un calvario en cuanto a economía y seguridad. Gorbachov se cargó el estado de bienestar que la URSS proporcionaba en las décadas de los 60 y 70. Con Yeltsin vino el caos y la descomposición del Estado ruso.
Sin embargo, la opinión que se tiene de Gorbachov o Yeltsin en Occidente es positiva, como si fueran unos libertadores, cuando fueron unos incompetentes.
Pues si investigan bien y ven unas cuantas estadísticas, se darán cuenta de que les mintieron. La economía rusa, sin regresar a las cotas del estado de bienestar alcanzado por la URSS en los 60 y 70, está mejor que con los “ídolos” políticos rusos de Occidente, como Gorbachov y Yeltsin. Los índices de criminalidad volvieron a ser parecidos a los del periodo anterior a la disolución de la URSS. Por eso, Vladimir Putin ha gobernado tantos años el país. Los rusos han adoptado el lema: “Si algo funciona, no lo toques”.
Putin tiene un apoyo popular significativo entre los rusos porque la mayoría no quiere revivir ese infierno creado por la élite occidental, que prometió a los rusos en los 90 vivir en libertad, democracia y libre mercado, pero los obligó a sobrevivir entre delincuencia, corrupción política y la destrucción del estado de bienestar. La historia del engaño de Occidente se ha repetido con Ucrania, por mucho que algunos no quieran verlo. Occidente les ofreció ser miembro de la OTAN, ser miembro de la UE, dinero a espuertas y en realidad, lo único que hacen por los ucranianos es usar nuestro dinero para colocar inodoros de oro en la vivienda de algún político del régimen del Euromaidan y comprar armas para que hombres ucranianos puedan morir en el frente contra el ejército ruso.
Se critica mucho a Bukele por lo que hizo para acabar con los problemas de las Maras, pero hasta que él logró la presidencia, nadie movió un dedo por acabar con los problemas de delincuencia y crimen organizado en El Salvador. Y Bukele critica con razón a los organismos internacionales y a los medios occidentales, que parecían estar encantados con la situación de caos y criminalidad que se vivía en ese país centroamericano y que ahora lo critican a él, haciendo ver por vulnerar los derechos humanos, cuando en realidad, yo he visto otros países de su entorno, que además de tener un gobierno corrupto, un ejército y una policía represora, tienen unas cárceles horribles donde los funcionarios de prisiones abandonan a los presos a su suerte, a ver si se matan entre ellos. La inmensa mayoría de los salvadoreños va a estar de parte de Bukele, prefieren seguridad extrema con abusos policiales, que la situación anterior.Vladimir Putin no adoptó una política tan drástica en Rusia como hizo Bukele en El Salvador, pero consiguió el mismo efecto. Hay una gran parte de la población que le apoya y no hay mas ciego que el que no quiere ver.
Creo que los occidentales no estamos en condiciones de juzgar a otros países que han adoptado políticas diferentes a las que nosotros esperamos de ellos, cuando esos países tienen una mentalidad y unos problemas muy diferentes a los nuestros. Aún por encima, nosotros somos causantes en gran parte de sus problemas. Si no prosperan, una elite occidental les critica y en algunos casos, pone todos los medios para que no prosperen por su cuenta. ¡Dejadlos en paz!
Después de leer atentamente el magnífico artículo que @PabloPani nos trajo y llegó a portada, me he acordado de una de esas conversaciones que tuve antes de la pandemia, en un acto oficial, y que entonces me tomé casi a risa. De hecho, sé que fue en Madrid, en el Hotel Villa magna, y no me acuerdo cómo se llama el tío. Sólo que tenía un cierto acento americano, o sea, colombiano o más probablemente mexicano.
La cuestión, porque a primera vista parecía un chiste, era que el hombre nos decía que acabaríamos pagando muy caro el cerco que se estaba poniendo a los paraísos fiscales, y que era una idea muy mala poner trabas a que la gente se llevase el dinero a Suiza o a las Islas Vírgenes.
Según él, mientras el dinero está en Suiza, o en Seychelles, o en San Cristóbal, ese dinero no toca los cojones. Es un dinero "como muerto" que, al estar escondido en su guarida, no genera inflación. El verdadero dolor llega cuando algún listillo va con el palito a hurgar en el escondrijo, y el dinero, tan asustadizo, acaba por salir, en busca de otro refugio. ¿Y cuál es ese refugio? Pues las bolsas, el oro, y los inmuebles, dependiendo de la tonalidad del dinero, proque tampoco el dinero es del todo blanco o del todo negro, y tiene muchos matices.
Según este hombre, desde que se forzó a Suiza a levantar el secreto bancario, o al menos a relajarlo, todo va de mal en peor para los europeos humildes, y peor todavía va a ir, porque los magnates que tenían guardado ahí su capital, habían elegido Suiza porque, por distintos motivos, no querían saber nada de los paraísos fiscales asiáticos o americanos. Ese dinero suizo, acosado ahora, acabaría recorriendo Europa como un chorro corrosivo de ácido, convirtiéndose en pisos, en oficinas, en tierras de cultivo, en empresas medio saneadas o en lo que fuera. Y como los precios son marginalistas (como explica el artículo que cito al principio), esto supondría un alza generalizada de precios en todos los activos que se desplazaría al resto de la economía, haciéndonos a todos más pobres.
Por eso, según él, insistió tanto EEUU en desbaratar el secreto suizo, mientras mantiene el de sus propios agujeros. Ni de broma investigarán Panamá o Delaware.
Despertar al capital cuando duerme, sólo puede engendrar monstruos.
Después de la anterior entrega de @ContinuumST sobre los personajes, me apetece aportar algo más, que no enmendar nada de lo dicho.
Me parece muy interesante, y apropiada la recomendación de hacer fichas sobre la historia personal y el carácter de cada personaje. Yo añadiría algo más: le escribiría una pequeña biografía, incluso, con datos que no importen. Es decir, en qué colegio estudió, en qué trabajaban su padres, su clase social, dónde creció, si en un pueblo o en una ciudad, si en Jaén o en Zamora, y cosas por el estilo. Esos datos pueden luego salir a relucir en algún momento de la trama, ya sea en un diálogo o en un alusión, pero es bueno que existan y dan profundidad al personaje. Recordad que Tolkien escribía a veces el árbol genealógico de sus personajes y no volvía a mencionar jamás, para nada, a aquellos antepasados, pero a los lectores nos quedaba una impresión de realidad difícil de lograr de otro modo.
Por mi parte, creo que los personajes tienen que ser los necesarios para que transcurra la historia, y no al revés. No me gusta eso tan actual de tener unos personajes, porque nos mandan, porque tiene que haber un chino, un vulcaniano y una androidesa (todos sabéis a lo que me refiero) y pensar qué puede pasar entre ellos. Yo eso no lo veo, y me parece una manera muy triste de convertirse en mozo de cuerda del productor. Hala, ahí te van los ingredientes, y haz lo que puedas. La idea es lo primero, luego la historia, y luego los personajes que esa historia necesita. Cambiar el orden es de pobres desgraciados, o de empleados por cuenta ajena, que de todo hay y lo segundo no lo critico.
Por último, quisiera contaros una de las maneras en que yo caracterizo los personajes. @ContinuumST nos contaba que iba mezclando pàralelismos y atributos de personas conocidas, e insisto en que también lo hago y me parece una buena manera de crear personajes. Pero tengo una más: echarle las cartas al personaje. Le pongo nombre, le pongo edad, le asigno una serie de datos, y le echo las cartas, el Tarot de Marsella concretamente, para que me hable de su pasado y de su futuro.
Por eso tengo una barra del tarot en casa y por eso, manual en mano, aprendí a echar las cartas, como un buen pitoniso tradicional, cosa que desternilla de la risa a algunos de mis conocidos, que no me pueden imaginar a mí aficionado a esas cosas.
Pero lo soy. Para mis personajes, porque el tarot es una chorrada inmensa como fuente de adivinación, pero una herramienta fabulosa como fuente de inspiración. Si lo manejas un poco, puede ayudar a inventar historias, que es al fin y al cabo lo que hacen los que afirman hablar de tu futuro o de tus problemas.
Aquí queda ese pequeño secreto. Os lo recomiendo. No dejéis de probarlo.
menéame