
La desidia se ha adueñado de la prensa española y cada vez es más habitual publicar gráficos con errores. Y en a mayoría no creo que sean manipulaciones o errores intencionados, son erratas que se les cuelan porque nadie revisa lo que se publica. Empezamos con el del inicio que corresponde a La Razón y donde se ha rotulado como -17,9 y -18,8 valores que en el gráfico están por encima de un -10,8.
El segundo es de El Mundo y se ve que a Extremadura le han asignado el color correspondiente a su tasa de paro mal, y que debería haber sido el mismo color que para Andalucía al superar el 12%.

El tercero es de El Economista y se ve que han rotulado el volumen de las inversiones españolas mal, y donde dice "millones de euros" debería decir "miles de euros" (la inversión bruta de España en el extranjero fue de unos 40.000 millones en 2024)

El cuarto es de ABC, donde han rotulado con los datos de Argelia a los detenidos de Rumanía:

Y el quinto es otra vez de El Mundo, donde han rotulado una barra con -7,5 cuando es claramente superior a la rotulada con -11,8.

El 26 de diciembre de 2004, mientras gran parte del mundo celebraba la Navidad, un terremoto de magnitud 9,1 frente a la costa de Sumatra desencadenó uno de los desastres naturales más devastadores de la historia: el tsunami del océano Índico, que causó más de 230.000 muertes en 14 países.

En la isla de Phuket, en Tailandia, una niña británica de solo 10 años se convertiría, sin saberlo, en un ejemplo mundial de cómo la educación puede salvar vidas.
Una mañana tranquila… aparentemente
Tilly Smith estaba de vacaciones con su familia en Mai Khao Beach, una larga playa del norte de Phuket. Era su primer viaje fuera de Europa. El día era soleado y tranquilo, pero algo empezó a llamar su atención.
El mar no se comportaba con normalidad.
El agua avanzaba de forma constante hacia la orilla, se retiraba de manera extraña y aparecía una espuma blanca y burbujeante, un aspecto que Tilly describiría más tarde como “espuma de cerveza”. No había olas grandes, ni tormenta, ni viento fuerte. Precisamente eso era lo inquietante.
Un recuerdo reciente de clase
Dos semanas antes del viaje, en su colegio —Danes Hill School, en Surrey (Reino Unido)—, Tilly había tenido una clase de geografía sobre tsunamis. Su profesor, Andrew Kearney, había mostrado imágenes históricas, entre ellas las del tsunami de Hawái de 1946, y había explicado los signos de advertencia:
En la playa, Tilly reconoció exactamente esos signos.
“Va a venir un tsunami”
Tilly empezó a advertir a sus padres con insistencia. Les dijo que lo que estaban viendo era el preludio de un tsunami y que debían salir de la playa de inmediato. Al principio, como es lógico, los adultos dudaron: el cielo estaba despejado y no se veía ninguna ola gigante.
Pero la niña no se calmó. Se puso cada vez más nerviosa y firme:
“Hay que irse. Va a venir un tsunami”.
Su padre, Colin Smith, percibió la urgencia en la voz de su hija y decidió confiar en ella. Avisó al personal del hotel cercano. Por una coincidencia clave, un turista japonés que hablaba inglés escuchó la palabra “tsunami” y confirmó que se había producido un fuerte terremoto en Sumatra horas antes.
El personal del hotel ordenó evacuar la playa inmediatamente.
Segundos antes del impacto
Decenas de personas subieron a plantas superiores del hotel. La madre de Tilly, Penny, fue una de las últimas en abandonar la playa. Más tarde contaría que tuvo que correr mientras el agua empezaba a entrar con fuerza y que pensó que iba a morir.
Pocos segundos después, el tsunami alcanzó la costa. No fue una sola ola “de película”, sino una masa de agua violenta que arrastró hamacas, árboles, arena y escombros, inundando completamente la zona.
En muchas partes de Phuket hubo víctimas mortales.
En Mai Khao Beach, no se registró ninguna muerte.
Reconocimiento internacional
La acción de Tilly Smith fue reconocida en todo el mundo:
Su historia se utiliza hoy en programas educativos y de protección civil como ejemplo del valor de la educación en riesgos naturales.
¿Cuántas vidas salvó?
No existe una cifra oficial exacta. Las estimaciones hablan de alrededor de 100 personas evacuadas, aunque lo verdaderamente relevante es el hecho comprobado: su aviso evitó muertes en una zona que, de otro modo, habría sido alcanzada sin advertencia.
Una vida normal, una lección extraordinaria
Hoy, Tilly Smith vive en Londres y trabaja en el sector náutico. Siempre ha insistido en que el mérito no fue solo suyo, sino de su profesor:
“Si no fuera por aquella clase de geografía, probablemente mi familia y yo no estaríamos vivos”.
Una lección que permanece
La historia de Tilly Smith no es una fábula ni una exageración viral. Es un hecho real que demuestra algo sencillo y poderoso:
Una sola clase, impartida en el momento adecuado, puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
Y recuerda por qué la educación —especialmente en prevención y ciencia— no es un lujo, sino una necesidad.
menéame