La CNMV detectó en 1998 «irregularidades» en torno al Arzobispado de Valladolid, a quien se había reembolsado en un cheque 1.075 millones, figurando en las cuentas de clientes de la sociedad con una inversión de tan sólo 30 millones de pesetas. «Los de Gescartera se prestaron a traerme a Madrid, me devolvieron el dinero y, ese mismo día, me preguntaron en la CNMV sobre las cuentas. Les dije que era correcto» pues, añadió, «Gescartera había cumplido con nosotros, cumplido con lo pactado, yo ya tenía el cheque en el bolsillo y... no sé», dijo.