El ahora presidente repitió, una y otra vez, que la guerra de Irak fue un error, y que si llegaba a la Casa Blanca no metería al país en guerras estúpidas. Este es el motivo por el que el tipo se dedicó a insultar el heroísmo de John McCain, el halcón más conocido del partido, y (creo) la razón por la que no le pasó factura. Trump entendió que un sector enorme de las bases republicanas estaba harto de guerras, y que en unas elecciones en las que todo el mundo era intervencionista ser el único candidato aislacionista era una buena idea.