Hay actores a los que les define mejor lo que pudieron haber sido que lo que finalmente, pese a su nada despreciable carrera, llegaron a ser. Michael Madsen no es uno de ellos, es, sin duda, el mejor ejemplo de todos ellos, el paradigma, el patrón oro de los talentos desperdiciados. Encasillado en las rudas maneras Mr. Blonde, el tipo violento y sin escrúpulos de Reservoir dogs (1992), su renuncia a dar vida al protagonista de Pulp Fiction (1994) --prefirió trabajar en Wyatt Earp, un western deprimente con aspecto de fracaso desde el primer fot