Hay un cine experimental, vanguardista, áspero que debe existir siempre por lo que significa en la evolución del arte. Aunque incómodo para el gran público, es un cine necesario. Y también hay, por contra, un cine clásico que se sigue filmando hoy, un cine clásico-contemporáneo (no es un oxímoron, aunque lo parezca) que abraza los cánones y que, precisamente, a partir de esa premisa que podríamos llamar «conservadora» sigue produciendo la misma emoción hoy que hace 100 años. Y si se hace bien es absolutamente imbatible.