En algunas partes del mundo la corrupción política es tomada en serio. Realmente en serio. El viernes 9 de agosto como sabemos, fue ejecutado por corrupción el ex-director del aeropuerto de Pekín. No se trataba de un asesino, ni de un violador, ni de un torturador. Era un corrupto. ¿Qué hay en la lógica china que no estamos entendiendo, y que tanto nos sorprende? ¿Por qué es para nosotros una pena desproporcionada? Esta noticia, aparentemente tan sólo negativa, posee un extraño reverso que este análisis intenta descubrir.