Nadie, ni los más devotos de Zapatero, se atreve a señalar el tiempo presente como de bonanza y bienestar. Estamos instalados en la catástrofe y, como en el chiste, los españoles se dividen en dos grandes grupos: los optimistas y los pesimistas. Los primeros piensan que, de seguir así, terminaremos comiendo mierda. Los segundos temen que no habrá mierda para todos. El desánimo se apodera de los ciudadanos, el Gobierno es incapaz de reaccionar y, mientras la oposición nacionalista aprovecha el trance para tratar de pescar en el río revuelto....