«Huh-huh, huh-huh, huh»; así se ríe el descerebrado de Butt-Head (Cabeza de culo). Hace treinta y cinco años, cuando internet no se usaba de forma masiva y, por supuesto, los iPhones no existían, la mejor manera que dos adolescentes sin aspiraciones en la vida tenían de malgastar el tiempo y de volverse aún más idiotas era mirar uno tras otro los vídeos musicales de la única cadena de televisión que entonces los emitía sin descanso, la MTV.