Siempre me ha resultado curioso que cierto sector de la izquierda digital vea con inquina a los autónomos. Resulta paradójico cómo un grupo ideológico que rechaza cualquier tipo de generalización cuando se habla de ciertos colectivos, como los inmigrantes, se recree con gusto en las más pueriles cuñadeces cuando habla de los autónomos. Todos votan a Vox, siempre pagan en B, odian a Hacienda, etc.
Como hemos podido ver recientemente con la reforma de la cuota de autónomos —finalmente rectificada— el tema ha generado una gran controversia. Pero sin duda lo más llamativo es cómo muchos usuarios de esta web tratan el asunto. Basta ir a cualquier noticia y leer los comentarios. Para entenderlo basta mirar esta noticia en portada:
Una historia que, en cualquier sociedad que valore el esfuerzo, debería interpretarse como algo positivo: una persona que trabaja, progresa y consigue mejorar su vida. Sin embargo, en vez de celebrarlo, muchos comentarios se centran en destruir la figura del autónomo, en cuestionarlo, en buscarle defectos, en insinuar que si gana dinero debe ser porque hace “trampas”. Se centran más en dinamitar la idea de que un autónomo pueda prosperar que en alegrarse de que alguien pueda medrar en la sociedad gracias a su propio trabajo.
¿De dónde viene esta inquina? ¿Puede deberse al cainismo que tanto nos caracteriza? ¿A una corriente cultural que demoniza el emprendimiento? ¿O quizá porque, en los casos exitosos, evidencia que no es necesario vivir bajo el yugo de nadie?
La izquierda no debería ver al trabajador autónomo como un enemigo, sino como la materialización práctica de sus metas históricas. ¿No controla el autónomo sus propios medios de producción? Al ser su propio jefe —su propia “dictadura del proletariado”— encarna, dentro de una sociedad capitalista, el ideal que los padres del socialismo imaginaron.

Graffin
perrico