Mi propósito con este artículo no atraer nuevos minions hasta el redil del metal, cual pastor evangélico desatado que tiene poco en común con el tema que nos ocupa, sino explicar a quienes conozcan muy poco del género y por lo general no estén muy interesados el porqué de que sus amistades, familiares o conocidos de costumbres metaleiras se vuelvan tan locos con un tipo de música que, a priori, produce más dolor de cabeza que otra cosa. Tal vez, si consiguen llegar hasta el final del ¡¡¡¡ÉPICO!!!! artículo (¡ánimo!), entenderán un poco (...)
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Sin ser de mis favoritos, una voz que me encandila es la de Soën, por poner un ejemplo. Si la escuchas dime si te parece gritona o insufrible.
Especialmente doloroso es el argumento de que hay muchísimas variedades. Sip, muchísimas formas de decir lo mismo, porque como llevan décadas diciendo lo mismo, le llaman de otra forma a ver si así venden la burra.