Siguiendo el patrón habitual, la administración Trump decidió este sábado tomar el curso de acción más alocado, imprudente y peligroso posible, y bombardearon Irán. Quizás de forma un poco ingenua, esperaba que el tipo al menos se haría el remolón y esperaría a que el problema se solucionara solo. En vez de ello, ha repetido lo que han hecho sus dos antecesores republicanos en el cargo, y metido otra vez el país en un fregado militar en Asia. Me limitaré, por ahora, a unas cuantas notas rápidas sobre el impacto del ataque en la política exterio