Las proyecciones climáticas y apocalípticas de los años 2000, que impulsaron el auge de las renovables, causaron un daño psicológico enorme, sembrando temor en millones de personas. Esas predicciones, a menudo exageradas, no se han cumplido en gran medida. Sí, las emisiones de CO2 han incrementado la frecuencia de eventos climáticos extremos, pero la magnitud de la amenaza ha sido sobredimensionada. Hoy, el clima extremo causa unas 60.000 muertes al año a nivel global, una cifra trágica pero menor comparada con el millón de muertes por accident