Vivir en el sur de Italia es como vivir en cualquier país de Sudamérica, sobre todo por las características climáticas y sociales. El sud es sinónimo de: pobreza, desocupación, delincuencia, corrupción, desesperación, explotación laboral, evasión fiscal, caos, inseguridad y promesas no mantenidas. Donde se realizan las grandes obras que nunca llegan a terminarse y donde la malversación de fondos es moneda corriente. Y no es que el norte sea un lecho de rosas.