Además de su traslado, los menores han tenido que sufrir un programa "sistemático, intencional y generalizado" de adopción forzada y rusificación, tal y como informa un estudio publicado por la Escuela de Salud Pública de Yale (Estados Unidos). De hecho, los investigadores denuncian que muchos de estos niños ya han sido registrados como si hubiesen nacido en Rusia, algo en lo que la Corte Penal Internacional (CPI) coincidió.