Dentro del continente africano, el llamado Cuerno de África, que incluye Eritrea, es la zona donde la mutilación genital femenina está más extendida. Sus consecuencias duran toda la vida y en la operación, habitualmente casera, puede causar la muerte, complicaciones en el parto, infertilidad, infecciones, hemorragias prolongadas, frigidez o traumas psicológicos.