Recientemente, una trabajadora social alemana abrió, con apoyo financiero holandés, un centro de enseñanza preuniversitaria en una zona rural en el norte de Afganistán. Hasta ahora, era impensable que niños de esta región, una de las más pobres del mundo, pudieran recibir preparación preuniversitaria. Sin embargo, Sybille Schnehage, quien además mantiene contacto con los talibán locales, demuestra que nada es imposible.