Época de exámenes, septiembre infernal, la que vivimos quienes todavía paseamos nuestra juventud por la universidad. El infructuoso estudio, con relación a la vida en sí misma, deja paso, por un momento, al reposado descanso frente al televisor, a falta de mejores alternativas. Sentado en el sillón, la televisión se vuelve un sistema efectivo de evasión. Los anuncios, una distracción de importante calidad.