Fui detenido sin indicios concluyentes, aunque algunos rastros parecieron apuntar hacia mí. Aquel crimen abominable revolvió a las gentes de manera sorprendentemente unánime. El mendigo más abyecto y los próceres aristocráticos, todos querían verme ejecutado de la forma más envilecida. Deseaban terribles penas, profanar mi cadáver después, borrarme para siempre. Me anestesié en la desesperanza y deseé que todo fuera rápido. La última sesión del juicio se llamó a un …