Los últimos a los que el tiempo ha acabado dando la razón son los que nos avisaban de la posibilidad de un gran apagón. Los que, en 2008, dijeron que la crisis en realidad era una estafa. Los que, en 2020, alzaron la voz contra algunas medidas sanitarias que ya entonces parecían ridículas, como la mascarilla en exteriores o el confinamiento infantil; fueron acusados de magufos, pero lo magufo, como acabó demostrándose, fueron esas imposiciones.