El presupuesto destinado a la Hasbará (diplomacia pública y propaganda israelí) en 2025 supera los 150 millones de dólares sólo para el Ministerio de Asuntos Exteriores, lo que supone un aumento de veinte veces respecto al año anterior y refleja la enorme inversión estatal para moldear la opinión pública internacional. Además, el artículo de El Salto menciona que la estructura institucional envolviendo la Hasbará cuenta con un presupuesto de miles de millones de euros si se consideran todos los ministerios, agencias y campañas coordinadas desde la Oficina del Primer Ministro y otros organismos estatales.
Detalles de la financiación
150 millones de dólares asignados al Ministerio de Exteriores en 2025 sólo para "diplomacia pública" (Hasbará).
Campañas internacionales en plataformas digitales reciben fondos específicos: por ejemplo, en junio-agosto 2025, sólo campañas propagandísticas para Europa superan los 42 millones de euros.
El presupuesto global de la maquinaria incluye otros ministerios, agencias y campañas, estimándose en miles de millones de euros anuales cuando se suman todas las partidas.
Esta inversión extraordinaria muestra la prioridad estratégica que Israel otorga a la gestión del relato y la protección de su imagen ante la condena internacional por la ofensiva sobre Gaza y la política de ocupación.
El año 2050 es más real y urgente para la toma de decisiones climáticas porque representa un horizonte temporal cercano en el que ya pueden observarse y evitarse impactos significativos, además de ser el plazo en que gran parte de la sociedad viva será directamente afectada.[1][2]
## Motivos por los que 2050 es más real para actuar que el 2100.
- **Plazo de vida de las infraestructuras**: Muchas infraestructuras clave (energía, transporte, edificación) tienen una vida útil cercana o menor a 30 años, por lo que las decisiones tomadas hoy determinarán su impacto ambiental hasta 2050.[1]
- **Generaciones actuales y futuras inmediatas**: Personas nacidas hoy y ya adultas estarán vivas en 2050, lo que hace que los riesgos y beneficios sean tangibles para la población presente y no solo para generaciones lejanas.[2]
- **Impactos ya visibles**: Muchas consecuencias del cambio climático, como fenómenos extremos, pérdidas agrícolas o migraciones climáticas, se han incrementado y seguirán creciendo antes de 2050, afectando directamente la calidad de vida y estabilidad social.[3][4]
- **Reducción necesaria de emisiones**: Para limitar el calentamiento a niveles seguros (1.5–2 °C), la mayor reducción de emisiones debe producirse antes de 2050, haciendo de este año el punto clave para evaluar la efectividad de políticas y compromisos actuales.[4][2]
- 2050 es un plazo manejable para gobiernos y empresas para planificar la transición energética, ajustando sus estrategias para evitar impactos mayores sin depender de soluciones tecnológicas milagrosas en el futuro lejano.[2]
- Priorizar 2050 reduce la tendencia a la postergación ("mañana será otro día") que genera hablar solo del 2100 y motiva acciones inmediatas y responsables.[4][2]
En resumen, 2050 es un marco temporal concretamente vinculante y relevante para la vida humana, las políticas públicas y las estrategias climáticas, lo que lo convierte en un año clave para la toma de decisiones reales y efectivas.
El truquito de la fecha del 2100, lo suficientemente lejos para decir a mí ya no me tocará, lo suficientemente lejos para decir algo se inventará, lo suficientemente lejos para decir, aún estamos a tiempo.
¿Que se supone que de aquí 2025, a una extinción en 2100, todo será un camino de rosas?
Creo que de aquí al 2030 ya nos daremos cuenta de que todo esto es un truquito.
#12 Estimaciones y datos públicos
Según investigaciones recogidas por Seth Harp, Freddie Wayne Huff (exagente y figura clave en la red) colaboró con Los Zetas para traficar entre 50 y 100 kilos de cocaína cada 7 a 10 días, usando conexiones en Fort Bragg.
Ese ritmo, mantenido a lo largo de un año, supondría entre 2,6 y 5,2 toneladas al año (calculando 52 semanas).
Las redes vinculadas a Fort Bragg no solo distribuían cocaína localmente, sino que también facilitaban el trasiego internacional y la entrada de cargamentos hacia otras regiones de Estados Unidos y, ocasionalmente, fuera del país.
Además, se reportan incautaciones periódicas menores (de varios kilos en operaciones concretas), pero la cifra total real podría ser mucho mayor debido al encubrimiento y la falta de controles efectivos.
Conclusión
Analistas y reportes consideran que, durante los últimos años, en la red criminal de Fort Bragg podrían haberse traficado al menos varias toneladas de cocaína, y posiblemente mucho más, si se cuenta el lapso en que funcionó esta estructura y la colaboración con cárteles como Los Zetas. Todo apunta a una escala significativa, comparable a la de un cártel internacional mediano.
Fort Bragg es una de las bases militares más importantes de EE. UU., hogar de unidades de élite como los Boinas Verdes, el Delta Force y el JSOC. En los últimos años, investigaciones periodísticas y judiciales (como las del periodista Seth Harp) han documentado asesinatos, suicidios, sobredosis y crímenes relacionados con el narcotráfico directamente dentro de esta base.[2][3][4][5][7]
## Estructura y modus operandi del “Cártel de Fort Bragg”
- Militares y exagentes, como Freddie Wayne Huff, William Lavigne y Timothy Dumas, estuvieron implicados en el tráfico de grandes cantidades de cocaína, metanfetaminas y armas, colaborando incluso con cárteles mexicanos como Los Zetas.[3][4][2]
- La red aprovechaba la logística militar y los canales de la base para introducir y distribuir droga y armas tanto dentro como fuera del país.[2][3]
- Investigaciones judiciales revelan que oficiales manipulaban inventarios de armas y falsificaban documentación para encubrir los ilícitos.[3][2]
- Los crímenes incluían asesinatos de soldados y métodos asociados al crimen organizado, como decapitaciones y desapariciones similares a las empleadas por cárteles mexicanos.[4][3]
- Entre 2020 y 2021, se registraron más de 100 muertes en la base, la mayoría por asesinatos, suicidios y sobredosis, superando a las bajas de soldados estadounidenses en el extranjero en el mismo período.[6][4][3]
- La tasa de suicidio y muertes por sobredosis en Fort Bragg triplica el promedio nacional estadounidense para militares.[4]
- Al menos 14 casos de soldados formados en Fort Bragg fueron arrestados o asesinados en relación con el narcotráfico en los últimos cinco años.[5][3]
- El fenómeno conecta también con la implicación de EE.UU. en el auge del narcotráfico en Afganistán durante la ocupación (2001-2021), cuando comandantes y colaboradores aliados traficaron opioides y armas, usando bases y logística militar estadounidense.[5][3]
- Estas revelaciones contrastan con el discurso oficial de EE.UU. sobre la “guerra contra las drogas” y exponen una profunda crisis de impunidad y encubrimiento dentro de sus propias fuerzas armadas.[2][5]
Se denuncia que casos graves (como asesinatos dentro de la base) fueron cerrados apresuradamente por fiscalías militares, manipulando pruebas y testigos, lo que evidencia protección institucional hacia los involucrados, mientras que en el discurso público se sigue culpando exclusivamente a actores extranjeros.[6][4][2]
#1 Y están encantados con mentir y sacar bulos; les da igual que se vayan votantes a Vox, eso les da lo mismo, suman igual. En las últimas encuestas, PP y Vox suman para tener mayoría en unas próximas elecciones. Así que lo están haciendo muy bien, para llegar al poder y al dinero, que es lo único que les interesa.
Por ser más técnico, trasladas la ventana de Overton hacia la ultraderecha y ya te ganas este país.
#1 Pues muy sencillo, el PP quiere llegar al poder a toda costa; con Junts ni con PNV tendrá los votos estando por en medio Vox, así que todo para ultraderecha, que sí sabe que acabará votando al PP; es la única manera de ir seguro. Compartir con la ultraderecha le importa nada al PP con tal de manejar el dinero de gobernar.
#14 Se cree que en 2013 hubo un conjunto de factores oceanográficos y climáticos (como variaciones en las corrientes oceánicas y ciclos climáticos como la Oscilación del Atlántico Norte) que limitaron la formación de grandes masas de este alga. Esto hizo que ese año fuera una excepción temporal en una tendencia que, en general, ha sido de aumento creciente en la biomasa y extensión del sargazo en el Atlántico tropical.
Por lo tanto, "no pasó nada" en términos de grandes extensiones o eventos masivos de sargazo en 2013 porque las condiciones ambientales limitaron su proliferación ese año, haciendo que se interrumpiera temporalmente esa tendencia creciente que comenzó en 2011.
- **Asfixia de ecosistemas costeros**: El sargazo, al llegar en exceso y descomponerse, reduce drásticamente el oxígeno en el agua (hipoxia/anoxia), provocando la muerte de peces, corales, pastos marinos, moluscos, erizos y crustáceos; durante crisis recientes, se han registrado mortalidades masivas que han afectado a más de 78 especies marinas.[1][2][3]
- **Bloqueo de la luz solar**: Las acumulaciones impiden el paso de la luz, lo que dificulta la fotosíntesis y afecta tanto a los corales como a las praderas marinas, impactando negativamente la biodiversidad y los hábitats de tortugas, peces y otras especies emblemáticas.[2][3]
- **Desequilibrio de la cadena alimentaria**: La destrucción de hábitats altera el equilibrio ecológico local y puede provocar colapsos tróficos en especies dependientes de estos ambientes.[4][1]
- **Emisión de gases tóxicos**: La descomposición del sargazo libera ácido sulfhídrico (H₂S), amoníaco y metano, que producen síntomas como dolor de cabeza, náuseas, dificultad respiratoria e irritación ocular, afectando especialmente a niños, personas mayores y quienes tienen problemas respiratorios. Se han reportado miles de casos de intoxicación y hospitalizaciones en zonas afectadas.[5][6][7][8][2]
- **Riesgo de metales pesados**: Se han detectado plomo y arsénico acumulados en el sargazo, con la amenaza de filtrar estos contaminantes al agua subterránea, especialmente en regiones de suelo kárstico como la península de Yucatán.[2]
- **Afectación al turismo**: Playas cubiertas de sargazo dejan de ser atractivas, provocando cancelaciones hoteleras, reducción de ingresos y pérdida de empleos locales vinculados a la economía turística.[8][5][2]
- **Costes de limpieza y manejo**: Los gastos por recolección y disposición del sargazo aumentan exponencialmente, superando la capacidad de gestión de muchas comunidades costeras e instituciones gubernamentales.[9][5]
- **Daños colaterales de la limpieza**: El uso de maquinaria pesada puede acelerar la erosión de playas y dañar aún más la fauna costera.[5]
- **Contaminación de aguas y playas**: La masa en descomposición deteriora la calidad del agua hasta cientos de metros mar adentro y genera malos olores y contaminación del aire.[3][5]
- **Erosión costera**: El manejo inadecuado puede dejar las playas más vulnerables al oleaje y la erosión, agravando aún más el daño ambiental.[5]
En resumen, el colapso del sargazo es ya considerado una crisis ambiental multidimensional. Puede llevar a la destrucción de hábitats marinos esenciales, riesgos severos para la salud humana y el colapso económico de regiones que dependen del turismo y la pesca.[3][8][2][5]