El experto en gestión energética, Nick Barber, explica que los 19 grados nunca fueron una medida de confort, sino un compromiso económico durante la crisis del petróleo en los años 70. En la actualidad, la eficiencia energética ya no depende de una cifra única. La clave para ahorrar no pasa por pasar frío, sino por ajustar la temperatura de manera inteligente según las necesidades de cada estancia. Estudios muestran que a 19 grados, muchas personas experimentan frío ligero, lo que lleva a usar calefactores adicionales, aumentando el consumo.
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Lo malo es que si se moja ya no se puede levantar, hay que lavar en seco o te destroza el tambor de la lavadora. Antibalas también. De un mercadillo me la trajo mi abuela.
Ni calefacción ni ná.
Tengo bata de pelito, pero es corta así que toca combinar con manta de sofá.
De hecho, celebran (y promueven) que los demás se esfuercen en ahorrar combustibles, ya que de ese modo ellos pueden seguir disponiendo y quemando la misma cantidad de siempre (o más). Como si no hubiese un mañana.