Todos los agostos, cuando el sol comienza a iluminar la Antártida tras la oscuridad del largo invierno austral, las reacciones fotoquímicas que se producen en las nubes estratosféricas hacen que comience allí la disminución de la concentración de ozono. A finales de noviembre el "agujero" se ha cerrado. Este año el proceso ha sido parecido a los anteriores. Al público se le contó, y se le cuenta, otra historia, mucho más "didáctica" pero completamente falsa, consistente en que calentamiento y menos ozono van de la mano.