Puedes opinar lo que quieras sobre la saga Tron –al final, para gustos, los colores–, pero lo que no es debatible es que, en términos tecnológicos, es una franquicia cinematográfica revolucionaria. La Tron original (1982) abrió nuevos caminos al ser la primera película en utilizar de forma extensiva imágenes generadas por ordenador (CGI), y su secuela, Tron: Legacy (2010), mantuvo ese espíritu pionero con el rejuvenecimiento digital de Jeff Bridges mediante la captura de movimiento. Ahora, quince años después, llega Tron: Ares, y digamos que re