#177 Pues parece que si, que estuvo bien.
Empezó con trabajos flipantes para salir adelante y trabajó como una mula. Era bueno en lo suyo y cuando pudo dedicarse a lo que sabía la empresa para la que trabajaba entonces le propuso formarse mejor y le pagó los estudios universitarios. Con el tiempo se convirtió en un maestro en su profesión.
Yo nací allí, y en la escuela pública del barrio, repito, barrio, compartí clase con los hijos de gerifaltes de la ONU y la Cruz Roja. Es decir, era uno mas de sus ciudadanos y me trataron como tal. Y aún conservo infinitos tics de lo aprendido en esa etapa de mi vida; tics sobre como comportarse en sociedad fundamentalmente.
Volvimos a España porque Franco iba a morir y mi padre pensaba que era el momento adecuado para trasladar a nuestro pais lo aprendido en esas sociedades y modernizar la estructura social que debía surgir tras la dictadura.
La historia de mi vida es la de la película 1 franco 14 pesetas, clavada.
Si, somos de memoria corta y muy cutres. Pero mucho.
#33 Es que es tal como dices, era un showman y me saturaba completamente a los tres minutos de retransmisión. Y Daimiel ha ido mejorando notablemente con los años aunque siempre aportó sosiego y mesura en las retransmisiones.
#29 A ver, los gustos son como los culos, y de tu lista me sobran, Paloma del Rio (sus cagadas reconociendo los elementos gimnásticos son importantes) y Andrés Montes, que es quien inauguró una forma de narrar que me resulta insufrible.
Camacho es sin duda un hombre del renacimiento nacido tardíamente, capaz de casi acabar con la carrera deportiva de Cruyff y Maradona, de ser el mejor anuncio viviente de desodorante y dejarnos esa frase inigualable como locutor deportivo.
Quiroga, un monstruo,si.
#19 Y además sabía un huevo de lo que comentaba, al menos de atletismo. Y eso no es fácil porque son muchas especialidades diferentes. Se documentaba mucho y muy bien.
#5 Pues te propongo un experimento para que lo haga tu fisio.
Que duerma durante un mes boca abajo con el brazo derecho estirado por encima de la cabeza y también con la cabeza girada hacia ese brazo. Me juego los cuartos gracias a mi bola de cristal, a que su "cerebro" le provoca una contractura en los escalenos, el esplenio y el trapecio derecho.
#9 Hombre, claro; pero aunque vayas bastante a verles, te queda un regusto amargo al dejarlos la primera vez. Al menos a mi y a otros conocidos con los que he hablado del asunto.
#3 Si, es muy habitual.
Por si te sirve. Mi madre estaba ya muy machacada y tras un viacrucis que pa qué, pude llevarla a una residencia. La sensación que tuve, y es bastante común, es la de dejarla abandonada. Me sentía como el culo. Tampoco estaba ella especialmente contenta, pero tenerla en casa era ya inviable. A los tres meses le pregunté si estaba contenta, me contestó que era la mejor época de su vida, que no se preocupaba por nada porque se lo daban todo hecho, que todos los días había actividades diferentes, ejercicio físico adaptado, muchos juegos de memoria, cantar, bailar, excursiones y mucha relación social; joder, si hasta se enamoró.
Al volver a casa no te imaginas la llorera que nos entró a mi mujer y a mi por haberla visto tan feliz y tranquila.
En mi año de prácticas en el instituto, la dirección llamó a los padres de un alumno que cobraba una cantidad semanal (bastante curiosa por cierto) a los chavales mas faltos de carácter para que no les "molestaran" durante los recreos.
Contado el caso y la preocupación del centro por esta actitud, la madre nos dijo que el niño estaba haciendo lo correcto porque solo reproducía lo que le enseñaba su tío que era guardaespaldas del presidente del gobierno (y era cierto que lo era).
La directora respondió que si eso era normal, le empaquetaba al crío con lacito y todo y que se buscara otro instituto; y así fue.
Cuando salieron de la sala, la directora, la jefa de estudios y yo, nos quedamos mirándonos sin saber muy bien si reír o llorar.
Lo de los carguitos y sentirse dios omnipotente es algo que no llego a entender.