El trabajo de este tipo de compañías empieza cuando la Autoridad de Protección Ambiental australiana recibe una queja por residuos dispersos. Es en ese entonces cuando los técnicos acuden al lugar, analizan el problema y diseñan una solución a medida. Las redes se instalan con anclajes para resistir vientos de hasta 100 kilómetros por hora, y su tamaño de malla varía según el tipo de instalación: 40 milímetros para vertederos y 20 milímetros para plantas de reciclaje, donde deben atrapar hasta los microplásticos.
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