Los ciclistas fumadores

Como hace mucho que no doy la turra por escrito por aquí y la ocasión lo merece, a cuenta de la prohibición de fumar en las terrazas, voy a recoger una perla de los comentarios del hilo sobre el asunto en que un usuario califica a los fumadores del colectivo "más egoísta que existe", a lo que le matizan: los ciclistas fumadores.

Así que los ciclistas son los egoístas, y los que mueven media tonelada de hierro y plástico para llevar su culo adonde sea, esos son los altruistas, ¿no?

Egoísta es el que apoya prohibir lo que no le gusta, los hilos sobre la prohibición de fumar en las terrazas a buen seguro tienen una buena ristra de ejemplos. A mí me sigue pareciendo mejor compañía un cigarro que cualquiera de esos.

Pero ya que se abre la veda, id preparando todos el culo:

¿Te gusta la montaña? Muy bien, pero mejor que no te pierdas porque del rescate te van a pasar la factura.

¿Esquiar, te gusta esquiar? Estupendo, a partir de ahora vas a pagar además el seguro porque esas actividades de riesgo no las tiene por qué cubrir la SS.

Y antes de que hables de los efectos del tabaco sobre la salud recordarte que la mitad de lo que se paga del tabaco son impuestos y que ciertos tratamientos se deniegan a fumadores. Algo por cierto de constitucionalidad cuestionable. 

Los deportes de riesgo, por supuesto, a partir de ahora también "gravados" con su seguro correspondiente. Qué decir de bicicletas, patinetes y por supuesto peatones. Las compañías de seguros encantadas.

Los perfumes, los ilegalizamos. Son invasivos por definición, si yo no puedo generar molestias con el humo del tabaco tampoco los perfumes con su mierda de efluvios. Y ésa es su única función.

Te gusta ir a la piscina sin el humo del tabaco, ¿verdad? Pues siendo una actividad de riesgo a mí no me gusta que cualquier accidente vaya con cargo a la SS, a pagar el recargo del seguro.

Ah, y que además te gusta ir en coche o moto... de combustión. Inadmisible, todo prohibido. Te compras un patinete.

¿Y te gustan los jueguecitos de ordenador? Inadmisible gastar lo que chupan las gráficas hoy en día para jugar, en vez de la play te compras un parchís. Y ojo con menear muy fuerte el cubilete que el ruido también molesta. De hecho mejor sin cubilete y el tablero que sea de paño, ¿vale?

Y un nuevo regimen sancionador: 100 euros por estornudo y 200 por cuesco.

Y el aire acondicionado... pero vamos a ver, ¿qué es eso de echar el calor a la calle, con la que está cayendo? Abanico o pai-pai, ahí puedes escoger.

Qué más... ah, sí, el suavizante, a partir de ahora tendrá que ser inodoro, no sea que a alguien le vaya a molestar.

¡Y el sobrepeso! Eso sí que mata de verdad. Pondremos unos guardias en los peajes y en el trasporte público con una balanza y al que se salga de su índice de masa corporal lo ponemos a hacer flexiones hasta que vomite.

Queremos al pueblo alemán sano en mente y cuerpo así que además mataremos a todos los tarados. No sé, yo creo que ya se va viendo un poco por donde va la idea, ¿no?

Pero podemos seguir. Las funciones de teatro, cine, bares etc, hasta las 20h, luego todo cerrado. Que la gente tiene que cenar y tiene derecho al descanso. Y al final nos quedamos con un mundo donde sólo se puede ir al trabajo y a misa, y lo segundo ya veremos.

Yo lo que de verdad no acabo de entender de la cuestión es que hacen niños de 6 años en los bares, como se lee en algún comentario, o es porque no soy padre o porque otros no debían haberlo sido. Y deben ser los niños de Schrödinger, porque parece que en su nombre se prohibe fumar en parques, playas, terrazas... a cualquier hora... oigh, es que los niños...

De hecho deberían prohibir a los niños en las terrazas, sólo molestan. Y en la playa también, qué decir. Y qué decir de las mascotas, los instrumentos musicales, los aparatos de televisión o radio, los teléfonos móviles... a ver si se creen que van a ir radiando por ahí impunemente.

Yo creo que no acabáis de entender que una vez abierta la veda vosotros sois los siguientes. Y no tiene nada que ver con un mínimo sentido de la convivencia o la ética, es resultado exclusivamente de una correlación de fuerzas. En otras palabras: son igual de hijos de puta que aquellos a los que odian, que se odien a sí mismos. Era mucho más centrada la ley que establecía zonas o locales para fumadores y no fumadores. Pasa que la moda es la cruzada de erradicar el tabaquismo, sin duda lo de erradicar el cáncer les va grande.

El ser humano fuma desde hace milenios. No siglos, milenios. Y seguirá fumando dentro de mil años más, para bien o para mal, cuando esta mierda de sociedad en la que vivimos sea poco más que unos cuantos párrafos sórdidos en los libros de historia que preferirán olvidarse en aras del buen gusto. Igual gran parte del problema tiene que ver con la falta de regulaciones a la industria tabaquera, al final siempre joden al más pequeño. Y ahí está uno delante del puto container amarillo con su bolsita de envases para que luego acabe todo igual en un vertedero.

Que no se fume en la terrazas... iba poco, menos que voy a ir. Total, estarán llenas de gilipollas que no se van a morir nunca porque no fuman y van al gym.

Pero que no os sorprenda la pasividad del resto cuando una mayoría de borregos decida que -patatas-. Mucho reírse de los conspiranoicos pero al final el microchip te lo han metido a ti, a tu pareja y a tu perro, así que yo iría comprando vaselina.

Menos mal que a occidente le quedan dos telediarios, al final resulta que va a haber más tolerancia en eso que llaman "regímenes totalitarios". Tanta asepsia no deja espacio a la vida. El siguiente paso es prohibirlo en la calle. En Japón tienen una especie de cubículos. Lástima que no quepan los coches, siempre es el mismo cuento, al final es la chocolata del lloro. Total, que bueno es tener al día el pasaporte por si la subnormalidad pega fuerte y arrecia de golpe.

Y antes de que me tilden de liberal de derechas, vaya por delante que soy más rojo que Carrillo, del cual por cierto dicen que fumó hasta sus 97 años.

Pero no me queda más que reafirmame en que la democracia es el sometimiento de las minorías. Y la mayoría son imbéciles. Lo cual por cierto explica bastante de cómo nos va. Así que nada, a celebrarlo. Que el problema no es que nos hagan vivir hacinados y especulen con el espacio teniéndonos sin tener donde caernos muertos, no, el problema es que me fuman en la cara. Ya. Yo es que si no le echo a alguien el humo es como que no me quedo a gusto, es como que no he fumado, ¿sabes?

Total, que es lo de siempre, la ley de las galeras: la mierda cae al de abajo. Siempre fue así.

Antes, cuando fumar era de clase alta, todo eran facilidades. Ahora la clase alta se diría que está llena de maricones. Cosa que está muy bien, mientras se den por culo entre ellos. Quieren también las terrazas a las que no van con sus mac, sus iphone y su coca-cola zero, no les basta con la plaga de Starbucks, está bien. Porque sí, al final es en buena medida una cuestión de clase. Antes fumar era cosa de ricos y de un tiempo a esta parte es cosa de pobres, grosso modo es así, aunque tal vez paradójico. O ése es el modelo que se quiere promover.

Fumar no interesa. Es una actividad introspectiva que incita a la reflexión. Todo lo contrario a mascar chicle, que como todos saben te convierte automáticamente en gilipollas. Sólo hay que verlo, rumiantes sin horizontes. Ya nos pueden asfaltar de chicles las ciudades que jamás lo prohibirán, ese aborregamiento interesa. Los rumiantes al menos mastican para digerir.

Pero fumar, ese acto que al borde está de ser definido como "contra natura" y es sin ambajes tildado de enfermedad, incluso por aquellos que tiempos ha habían sido estigmatizados de similar manera, eso no interesa.

De las cosas más incómodas que le puede pasar a un ser humano, dramas aparte, es nacer donde sus vicios no coincidan con los de sus vecinos. Puedes ser borracho en España y serás razonablemente feliz. Seguramente, todo lo feliz que pueda ser un borracho. Mucho más feliz sin duda que un borracho en Dubai, por ejemplo. Ahí las pasas putas. Bajo la misma condición.

De modo similar, los fumetas la gozan en Ámsterdam. Aquí, pse, la cosa ha mejorado en algunos aspectos. Pero todo esto lo que pone en evidencia es la arbitrariedad de las prohibiciones. Aunque se podría aseverar que la diversificación no tiene nada de arbitrario, pero eso es otra cuestión.

El tema es que el hecho objetivo y del que viene el asunto es la prohibición. Siempre en aras de la convivencia, por supuesto, o bajo ese discurso.

En el caso de las drogas la realidad es muy distinta, se mueven con márgenes tan estratosféricos que son mercados capaces de ignorar la inflación, quede con eso todo dicho. Pero volviendo al concepto fundamental de prohibición, desde los diez mandamientos se diría que la dirección correcta es la de cierto minimalismo. Por varios motivos, el primero la legitimidad del propio edicto y de las instituciones que lo promulgan.

Así pues, la idea de ese breve punto de encuentro en el que coinciden la tradición liberal y libertaria, es que si se ha de prohibir algo sea lo mínimo imprescindible para una convivencia funcional. A mí los rojos me gustan todos menos los semáforos. Y aunque el comentario parece que no viene a cuento, incide en lo que es la auténtia raíz del problema: la arquitectura de nuestras sociedades.

No sólo a nivel de planificación urbanística, si no en el marco socioeconómico, desde que las diferentes facetas presentan relaciones causales.

Dicho así suena muy complicado, pero que vivimos en ciudades hacinados como ratas no es complicado de entender. Y el diseño socioecómico responde a los intereses de unas élites extractivas que no están dispuestas a mover ni una coma, así que hoy me toca a mí y mañana te tocará a ti, o cada día nos toca a todos, pero la causa raíz del problema es la misma de siempre y la misma de prácticamente todo.

Pero para no dejar de robar, no están dispuestos sólo a prohibir fumar en las terrazas, os prohibirán hasta respirar. De hecho, en cierto modo, ya lo están haciendo. Y si no coge el metro en Tokyo en hora punta. Hay un problema de arquitectura. Y tiene que ver con la energía, pero más aún con cómo se gestiona. Nos estamos metiendo, además, en un callejón sin salida. Aquí de momento muere alguno cada verano de insolación, muy asumible, demasiado asumible para un país de 50 millones de personas. Ya veremos si en un tiempo ciertos trabajos han de cambiar de horario.

Al final lo de fumar, que es un poco pecata minuta, si tiene una función interesante: si no existe el margen para poder fumar sin molestar a nadie y no se dispone de ese margen económico para poder, literalmente, quemar, es que nos estamos acercando a umbrales peligrosos. Y en la construcción social se avanza muy rápido pero recular puede ser extremadamente laborioso, incluso no factible. De ahí lo del callejón sin salida. Y las referencias a Japón no son casuales. Con el permiso de China, que no es occidente, Japón es tal vez el enclave asiático que camina en la vanguardia del mundo, occidental, hasta cierto punto. Y con todos los respetos que me suscita la cultura japonesa en muy diversos ámbitos, e incluso el especial afecto por su historia reciente, las señales son diversas y de seria alarma.

Estamos creando sociedades estériles que envejecen, también en Europa. Apoyados por fuentes de energía como multiplicadores del factor trabajo la tecnología ha florecido desde la revolución industrial pero el tejido básico de esas sociedades, sin embargo, se marchita.

Sin duda lo que para unos es un error obvio para algunas élites pareciera resultar una cuestión de diseño. Algo que de nuevo, a algunos nos parece un error obvio.

La tecnología en realidad no ha servido al hombre. Ha servido a las élites. Sin duda muchos de los progresos son accesibles para el conjunto de la sociedad pero las desventajas que acompañan toda ventaja se han cebado sistemáticamente en las mismas capas sociales, no por casualidad.

Y es bueno traer el tema a colación, por lejano que pueda parecer respecto a la libertad o no de fumar en una terraza, porque remite al problema tan presente en las ciudades modernas del espacio, que no es otro que el del mercado inmobiliario. Y no es otro en realidad que el de aquellos que reclamaban "la tierra para el que la trabaja".

Pero hoy es otro el signo de los tiempos. "No tendrán nada y serán felices", dijeron. Bueno, no se puede negar que por lo menos cumplieron la mitad. Para todo lo demás, prozac. O soma, lo llamaría Huxley. Bienvenidos a un mundo feliz.