Relatos cortos
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El cuento

-Oye, ¿no me vas a dar un beso antes de acostarte? -No.  -¿Por qué?  -Porque no.  -Pues cuéntame tú hoy un cuento, anda, antes de que te vayas a dormir.  -Vale, papá. Había una vez... no, no, no, no, no...así no. Érase una vez... no, tampoco. Un día, un niño no quiso levantarse más de la cama... -¿Eso ya es el cuento? -Pues claro. -Ah. -Un día, un niño no quiso levantarse más de la cama... -¿Y …
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La cosa con plumas (correspondencia profesional)

León, 14 de noviembre de 2006 Querido Juan: Esa cosa con plumas que habéis encontrado en las excavaciones de Mileto no es el sujetador de Cleopatra, te pongas como te pongas. Bien está ya que encontraseis en América un barco egipcio para confirmar las teorías de los mormones, o aquella losa sepulcral de Inglaterra que demostraba de manera indiscutible que Bill Gates es descendiente directo del rey Arturo, pero esto no. Esto ya es salirse de madre. Por muy prestigioso que sea tu equipo, por llenos que estén los museos de …
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Puticlub con karaoke

-No puede ser verdad, no me jodas -exclamó Servando pisando el freno del Opel Corsa. Emilio, su compañero de andanzas y de campaña, soltó un resuello: estaba a punto de quedarse dormido y el frenazo lo había sobresaltado. -¿Qué ha pasado? -preguntó. -¿No has visto eso? -señaló Servando por la ventanilla, indicando hacia atrás con el pulgar. -No, tío. Iba ya medio dormido... Estaban en una nacional. Servando se metió en un camino vecinal, avanzó veinte …
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El Miserere de hierro

El Miserere de hierro

Un ajado villorrio duerme entre las huertas esperando a que algún gallo lo despierte. Pero es pronto: aún pueden soñarse condes los campesinos y reyes los boticarios. Todavía tienen tiempo los blasones de restaurar sus castillos, bruñir sus coronas y trasplantar sus flores de lis entre los puerros y las lechugas. Aún es tiempo de quimeras. A lo lejos, los campos urden su vieja épica de briznas que se …
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Comentario de un restaurante en Tripadvisor

-texto puesto en cuarentena, volverá pronto...-
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Los Gabilkim (una leyenda contra el fatalismo)

Los presagios no existen: te equivocas, hijo mío, al juzgar como importantes las penurias que te acucian. Nada está escrito que no pueda enmendarse. No hay palabra tan solemne que esté expuesta a un tachón, ni pergamino tan sagrado que no pueda rasparse. Los presagios no existen: no te asustes al ver otros ojos mirándote desde el espejo, ni cuando distingas nubes en el lago en días de cielo despejado. Lo incomprensible está fuera de toda norma, de toda regla, de toda ley incluso, y si has de ser grande deberás amar la …
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Simplemente

Un día viniste pero no apareciste. El día que apareciste ni siquiera viniste. Y cuando por fin viniste y apareciste, simplemente no estabas. (El texto es de 2004, creo que ya no soy la misma persona de ese año... curioso.)
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M.A.N. (Hoy no)

Anselmo lleva treinta y un años de camionero, viendo a la familia dos días a la semana y tratando de matar las horas el resto del tiempo; está convencido de que si un día se durmiera al volante, el aguerrido Pegaso lo sabría llevar él sólo de Hamburgo a Huelva o de Huelva a Hamburgo. El camión es un MAN, pero le sigue llamando Pegaso por costumbre, y porque se siente mejor pensando que cabalga sobre un caballo alado que sobre las siglas de algo tan tremebundo como "Maschinenfabrik Augsburg-Nürnberg", que es lo que le …
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Iris azules

Aquella noche un enano gigante bailando al son de Lynch vió pasar camiones repletos de maderos camino de la serrería mientras Bob se acercaba y se alejaba en una danza extradimensional y una mujer flotaba en el río. Aquella noche un hombre manco me explicó el sentido del Kwizatz Haderach. Aquella noche me asomé a un vagón de tren abandonado y vi el horror del fuego, escuché un pájaro trinar sobre fichas de casino y mujeres con lengua hábil anudando rabitos de cereza. Aquella noche de terciopelo azul un …
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El día que París fue ciudad abierta

No lo podréis entender. No es el miedo al desastre lo que ofusca nuestra mente, sino el temor a los propios sentimientos, a los despojos mal enterrados de una derrota sin lucha. ¿Qué haremos cuando el verdugo acaricie a nuestra novia y un ascua de memoria nos susurre que hace bien, porque él se lo ganó?, ¿qué le diremos a ella cuando nos mire condescendiente?, ¿a qué dios le rogaremos, mano sobre mano en casa, después de aceptar nuestro destino?  Cualquiera puede perder, pero se rinde sólo el que …
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Un producto complicado

—¡Pero no hay derecho!, ¡llevo cinco años trabajando en esto! —se quejó Murphy con un golpe en la mesa.  Normalmente prefería la prudencia cuando hablaba con el Director General, pero aquel día su cólera era tan grande que no le importaba que lo despidiesen o lo trasladaran a otro proyecto. Al de enfermedades tropicales por ejemplo, un departamento donde acaban todos los que tenían buenas ideas y ni un céntimo que ganar. El Director General cruzó las manos encima de la mesa, armándose …
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Abandono en el gallinero

Abandono en el gallinero

Reveloca estaba harta de tanto cacareo y tanta pluma revoloteando en el aire. La pelea de gallos había terminado, pero la nube de pelusa seguía flotando en el ambiente. Como cada mañana desde la semana pasada, miró hacia arriba camino a su ponedero. En la eterna oscuridad atravesada por estrechos haces de luz que se escurrían entre los tablones, hoy ni siquiera se veía la intrincada madeja de tubos que cubría las …
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Lo que aprendí de las congregaciones

Lo que aprendí de las congregaciones

El hombre para conocer al Dios verdadero no necesita a las congregaciones, pero las congregaciones siempre necesitanán del hombre para existir. Hace aproximadamente 3 años que llegué en una situación desesperada a una iglesia, en ella me acogieron, me dieron aliento, me contuvieron y me hicieron presa de una palabra que hasta hoy no se definiría si provenía de Dios. Siempre amé mi libertad o libre albedrío, como sea que quieran llamarle, el valor más grande que siempre he tenido es …
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Variante de suicidio

Era una tarde desierta como un archivo, anquilosada bajo el cielo pálido y polvoriento, desteñido por el ansia de la lluvia: era una de esas tardes desvaídas que parecen anestesias.  De una casa enorme, afianzada sobre la pendiente de la ladera con aplomo de piedras viejas, salió una mujer y se encaminó montaña arriba. Caminaba sin prisa, pero con firmeza, como si quisiera asegurarse a cada paso de que el suelo tendría suficiente consistencia para soportar su peso. En cuanto llegó a la primera curva del sendero, pocos …
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¡Grñá! (o algo así)

¡Grñá! (o algo así)

Incluso después de cincuenta años entrando en la porqueriza a dar de comer a los cerdos todos los días, Saturnina no terminaba de acostumbrarse al olor. Como cada mañana, salió de allí escopetada, sacó un pañuelo de su voluminoso escote, lo desenrolló dejando caer las ramitas de romero de su interior, y con el lomo doblado, se tapó la nariz y la boca con él hasta que se le pasaron las arcadas. …
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Oda a la oda

Género menor, con pies helados de corredor y de rimas breves. Discretos en lírica, de dialéctica pequeña, malabárica. Oda elemental, simple como la borriqueña, apretada y temperamental. Dadá de la poesía, pequeña pero engolada, con luces de malvasía y dejando sólo el resto de la molada. Adiós, oda, hola, ola, olas y odas.
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Overclockeado

Overclockeado

No es que me moleste el sitio, en realidad el bullicio y el olor me traen gratos recuerdos de mi infancia. Pero es algo extraño que me cite en un BurguerFun. No es propio de una señora de su estatus y su edad. Probablemente no tenga ni diez años menos que yo. A ver… 97 años, no andaba mal encaminado. Voy a cargar la memoria de mi última reunión con ella. Listo. Parece que hubo algo de atracción sentimental por su parte …
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Halloween special: EL JUEGO

Halloween special: EL JUEGO

Dame la caja, hijo. Eran otros tiempos, aunque Halloween no ha cambiado desde entonces. Esa foto es del primero que pasé con ellas, poco después de partirle la cara al desgraciado de Tuck. Yo también tenía problemas con los abusones en el instituto. Tú has tardado menos en ponerle remedio, pero yo aguanté como un estúpido hasta el último año porque mis padres me decían que había que poner la otra …
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Locos con botones rojos

Locos con botones rojos

“Buenas noches, mis conciudadanos. Este gobierno, como prometió, ha mantenido la más estrecha vigilancia sobre la proliferación de individuos en posesión de impresoras biológicas y los archivos de instrucciones correspondientes, potencialmente capaces de representar una amenaza para la seguridad global. En la última semana se ha demostrado de manera inequívoca que una serie de individuos en localizaciones …
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La destrucción de un mundo

Cuando nací lo primero que vieron mis ojos fue una vasta llanura llena de riqueza. Todo el alimento que pudiera imaginar estaba allí para nuestro disfrute. Después vi a varios de mis hermanos, que como yo se recostaban en el suelo de nuestra cueva. Arriba se observaba un vasto cielo blanco, cuya luminosidad se apagaba en determinados momentos del día, volviendo a resurgir al día siguiente para mostrar los infinitos prados llenos de los más diversos manjares. Aquello era sin duda el paraíso. En los días siguientes a mi …
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Sus ojos verdes me obligan

Sus ojos verdes me obligan

Querido diario: Hace mucho tiempo que no te escribo, acabo de mirar y hace ya un año de la última vez, entonces era un niño pequeño. Ya soy mayor y he aprendido que escribir en un diario es cosa de chicas, pero tengo que escribirte porque eres el único que me da consejo y sabe mi secreto. Necesito que me digas qué hacer, porque no quiero matar a mi hermano. No te escribí cuando vi el brillo rojo en los ojos de la …
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El puñetero pistacho

Un hombre sentado en un banco bajo la lluvia mira su reloj y espera. Tiene unos cincuenta años y va vestido de oscuro, con un traje a la vez anticuado y flamante. De cuando en cuando alza la vista hacia una ventana iluminada en el edificio de enfrente. Es un edificio antiguo, de tres plantas, habitado seguramente por dos o tres ancianos que extenúan un alquiler rancio, uno de esos alquileres que disuaden al propietario de las mejoras y al inquilino de la mudanzas. Es un edificio demasiado elegante para la zona de la ciudad que ocupa, para el tugurio cervecero que se ha …
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¿Conocía a esta mujer?

Cuando alguien llama un domingo al portero automático y coges el telefonillo, lo primero que piensas es que algún desaprensivo ha aprovechado el festivo para repartir publicidad y hacerse unos cuartos extra a costa de la tranquilidad ajena, pero cuando abajo contestan que es la policía echas de menos al repartidor.  Y no es que tenga yo cuentas pendientes con la justicia, ni razones para temer que vengan a detenerme, pero la policía, un domingo y a las nueve y media de la mañana, no suele venir a devolverte un décimo de lotería …
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La pila de Hércules

No tenía que haberle contado sus inquietudes. ¿A quién se le ocurría hablarle de esas cosas a una arqueóloga? ¿Qué pensaba, que la iba a conquistar con sus ocurrencias? Anoche parecía interesada en su perorata, mirándole embobada a los ojos con la luz de las frías estrellas del desierto reflejándose en sus pupilas, pero ahí estaba ahora. Saliendo de la tienda de Pierre, con el café del desayuno a medio tomar, ambos riéndose a carcajada limpia mientras se acercaban al viejo cuatro por...
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Deja en paz esas flores

Llovía sobre el epitafio, que amaneció cubierto de agua. Era un epitafio en bajorrelieve, simbólico en la paradoja de formar su mensaje con la ausencia de la piedra. Todos los cementerios son bajorrelieves: construcciones levantadas con ausencias. Las flores se apiñaban en torno a la tumba, esperando resignadas al funcionario municipal que las retirase, y entre tanto goteaban con paciencia eterna sobre la sepultura próxima. Algunas, las más frescas, aún no se habían aburrido del trajín de ayudantes, auxiliares y …

menéame