Exulansis (Dialogo)
Él habló con los ojos fijos en un punto concreto de la pared que tenía delante. — ¿Sabes? La primera vez que enseñaron a un chimpancé a hablar mintió. Le enseñaron el lenguaje de signos y lo primero que hizo con ello fue acusar a su cuidador de ser él quién se había cagado en la jaula — Sentado sobre la camilla de al lado con los pies colgando sin tocar el suelo.
— No lo entiendo ¿Por qué iba a mentir un chimpancé? — Cuando ella negó con la cabeza los pequeños tubos que salían de su nariz y le colgaban por la cara, la siguieron también. — Cuéntame otro, este no me gusta
— Hay una especie de insecto que......
Desorientado
Le dolían la cabeza, la espalda, las rodillas y algunas partes más de su cuerpo: demasiadas para enumeraras todas. Había intentado incorporarse, pero se había golpeado contra el techo. Después de aquello prefirió quedarse inmóvil, tratando de vencer las náuseas.
Llevaba despierto algún tiempo aunque no sabía exactamente cuánto. Podía ser una hora, o dos, o cinco, porque a ratos volvía sentirse atenazado por el sopor para hundirse en una vorágine de recuerdos y pesadillas en las que todo daba vueltas, confundiéndose en oleadas sucesivas de euforia y angustia. Luego retomaba las riendas de su mente y se obligaba a permanecer despierto buscando respuestas a la larga lista de preguntas que se iba acumulando: ¿dónde estaba?, ¿qué hacía allí?, ¿qué había......