Nació en una isla conquistada por la cruz, vivió entre tres lenguas y soñó con un lenguaje universal. Fue cortesano antes que místico, programador antes de que existiera la informática, filósofo antes de que la universidad reconociera su genio. Ramon Llull (Palma, 1232–1316) es, ante todo, un desafío a las categorías. Fue muchas cosas a la vez —teólogo, lógico, poeta, científico, misionero, diplomático— pero nunca fue solo una. En una Europa de dogmas y fronteras, pensó el conocimiento como un puente.